El agua potable y las vacunas han sido los elementos más importantes en la prevención de enfermedades infecciosas, dijo ayer el subsecretario de Salud Pública, Jorge Quian. Uruguay se destaca por su amplia cobertura de vacunación, superior a 95%, pero en 2016 empezó a notarse una caída. Ese indicador, sumado a una ola de cuestionamientos hacia las vacunas y a la baja percepción del riesgo que puede implicar no tener una cobertura extendida, encendió una alerta en el Ministerio de Salud Pública (MSP). Con la intención de no perder lo ganado, desde el mes que viene las escuelas volverán a abrirles las puertas a vacunadores –como lo hicieron de 1982 a 2001– y, previo consentimiento de los padres, se vacunará a quienes cursan sexto año.

En Uruguay es obligatorio, a los 12 años y luego cada diez años durante toda la vida adulta, recibir la vacuna triple bacteriana, que protege contra difteria, tétanos y tos convulsa. Esa es una de las dos que se administrarán a la población escolar; la otra es la que protege contra el virus del papiloma humano (VPH, más conocido por las siglas en inglés HPV), que desde 2012 es recomendada por el MSP para niñas de 12 años. Esta requiere una segunda dosis, a los seis meses de la primera; los equipos de vacunación harán una ronda por las escuelas en abril y mayo, y otra en setiembre y octubre.

Por ahora, la vacuna contra el VPH no se les dará a los niños; Quian explicó ayer a la prensa que en Estados Unidos y otros países desarrollados se empezó a vacunar a las niñas en 2006, y que recién en 2009 o 2010 se empezó con los varones. “Cuando se incorpora una vacuna al calendario uruguayo es por dos razones: porque un comité asesor de vacunas nos aconseja incluirla, y porque hay presupuesto suficiente para mantenerla en el tiempo”, dijo, y agregó que en este caso existe “la evidencia científica”. Teresa Picón, directora del programa de inmunizaciones del MSP, explicó que la Organización Mundial de la Salud considera que la efectividad de la vacuna contra el VPH aumenta “en la medida en que tengamos más niñas vacunadas; recién entonces uno considera como estrategia incluir a los varones”. El MSP está terminando de procesar los datos de 2016, y Picón comentó que hasta ese momento la cobertura en Uruguay era similar a la que reportaba la mayoría de los países: de 42% a 44% en niñas. Se aguardan los datos de 2017.

Quian reconoció que ha habido una “gran polémica” por la vacuna del VPH, que incluye cuestionamientos hacia la industria farmacéutica, pero acotó que en este caso no está de acuerdo con esos argumentos, y tampoco con los referidos a efectos adversos. De todos modos, aclaró que no es una vacuna contra el cáncer, sino sólo contra el VPH, con el que están relacionados “el cáncer de cuello uterino y algunos cánceres de ano y bucofaríngeos”. “Cuando damos la vacuna, queremos evitar el contagio con el VPH para tratar de evitar la posibilidad de que se desarrolle un cáncer”, precisó, y recordó que las que se están aplicando en Uruguay protegen de las cepas 16 y 18, “que están relacionadas con 70% a 75% de los cánceres de cuello uterino”.

El equipo de vacunación que irá a las escuelas estará compuesto por trabajadores de la Comisión Honoraria de Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes, de instituciones prestadoras de salud y de emergencias móviles, junto con estudiantes de la Facultad de Medicina. Una semana antes de la visita, los padres recibirán un formulario para que expresen si dan su consentimiento. Si el niño ya recibió la triple bacteriana (esa información ya la tiene la escuela) no se le aplicará otra vez; y será posible rechazar el suministro de la vacuna contra el VPH, autorizando sólo el de la otra.

El MSP está preocupado porque en algunas zonas la cobertura de vacunación cayó a 93%, y con la estrategia de ir a las escuelas quiere concientizar sobre la importancia de vacunarse a lo largo de toda la vida. Las autoridades resaltaron que gracias a la vacunación Uruguay ha eliminado enfermedades como poliomielitis, sarampión, rubeola, tétanos neonatal y difteria, pero señaló los microorganismos que las generan siguen presentes; por otra parte, las vacunas han permitido el control de tétanos, tos convulsa, meningitis, influenza tipo B, hepatitis A y B, varicela y neumococo, entre otras enfermedades. Eso es lo que teme perder el MSP, que está preocupado por la desinformación: en un estudio de opinión realizado por Equipos en diciembre de 2017, 31% de los consultados no sabía si había vacunas obligatorias para adultos, sólo 74% afirmaba que las vacunas eran seguras, 21% dijo que no deberían ser obligatorias, 30% pensaba que no era posible vacunarse en cualquier centro, y sólo 54% entendía que cuando alguien no se vacuna, el riesgo es colectivo y no sólo individual.