“Que este mundo entreverado no nos entrevere”, tituló el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Mario Bergara, su presentación de ayer en la Cámara Española de Comercio, Industria y Navegación, en el marco del ciclo “Desayunos de consulta”. El economista reconoció que las principales preocupaciones del gobierno son el empleo, las inversiones y la política fiscal –“aunque sin dramatismos”–, y transmitió su “tranquilidad” respecto del nivel de precios y la política cambiaria. También descartó que existan problemas de competitividad y opinó que lo que existe, en cambio, son dilemas de “rentabilidad”.

Buscando que “cada uno saque sus propias conclusiones”, el presidente del BCU transmitió su impresión del mundo actual con el objetivo de “explicar por qué hacemos lo que hacemos”. “A todas luces, es evidente que el mundo está complicado y, por tanto, es difícil reaccionar ante señales contradictorias y, muchas veces, no claras”, afirmó. En este sentido, dijo que Uruguay es un “país chico y abierto”, que “no tiene la capacidad de absorber ese ruido”.

El traslado de esa incertidumbre a Uruguay se da a partir de las expectativas de lo que los agentes estiman que suceda con el dólar. Según explicó, “cuando la expectativa es a la baja, los capitales vienen en manada a los países emergentes”. Este proceso se enmarca, además, en una mayor liquidez de las principales monedas en relación con la última década y las bajas tasas de interés que rigen en los países del “mundo desarrollado”. Sin embargo, la incertidumbre que se profundizó a raíz de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, la aprobación del brexit en Inglaterra y el surgimiento de las llamadas criptomonedas no generan estabilidad en el flujo de capitales, que “van y vienen”.

“Separar la paja del trigo”

En el plano local, Bergara destacó el “tono positivo” que brindan “14 años de crecimiento sostenido” a una tasa promedio anual de 4% del Producto Interno Bruto (PIB), y adelantó que para este año se estima que el incremento será de “en torno a 3-3,5%”.

Más allá de esta visión macroeconómica, el presidente de la autoridad monetaria reconoció que “a nivel sectorial” la óptica “puede ser distinta”. “Lo que está sucediendo hoy tiene el segundo sabor: la macro está evolucionando de manera saludable, hay sectores que crecen bastante y otros que tienen dificultades, y lo importante [en estos últimos casos] es detectar si los factores son de carácter circunstancial –de mercados, de precios o de costos– o si son [fruto de] determinantes estructurales, como la obsolescencia tecnológica”, afirmó.

Según sostuvo, con exportaciones de bienes y servicios creciendo a 10% –“una tasa bastante alta”–, no se puede hablar de “problemas serios de competitividad”. “Sabemos que no todo es maravilloso; hay sectores con dificultades, pero que se asocian más a la rentabilidad que a la capacidad competitiva”, determinó.

Dijo también que el marco fiscal “sigue siendo ordenado”, y si bien afirmó que “es la principal preocupación del gobierno” y que existe “cierta vulnerabilidad”, sostuvo que esto no se concluye desde el “dramatismo”, sino de la “serenidad”. También consideró que el déficit es posible “porque hubo una importante contracción de la deuda neta de hasta 30% del PIB”. Con respecto a este punto, sostuvo que existe una “fortaleza muy clara” en el terreno financiero a raíz de dos factores: las reservas internacionales, que “vuelven a estar en niveles significativos, de 28% del PIB”, y las “calificaciones y percepciones de calificadoras, organismos internacionales e inversores extranjeros”. “Estamos en una situación inédita: tres organismos nos tienen en el escalón superior del grado inversor”, afirmó.

Además del déficit fiscal, otro “factor de debilidad” para el gobierno resulta del hecho de que el crecimiento experimentado no está generando una recuperación en el mercado de trabajo. Según Bergara, esto se debe a que “el empleo y el desempleo son variables que llegan tarde con respecto a la evolución económica”: “Cuando las cosas mejoran, los empresarios no salen al otro día a contratar trabajadores, así como, cuando están mal, no salen a despedirlos al día siguiente”, ilustró. Sobre este aspecto, pidió “un poco de paciencia” y también notó que existen desafíos a atravesar, como la automatización, la robotización y la incorporación de tecnología, que pueden sumarse al desfasaje. Una vez más, dijo que se trata de “un foco de atención” para el gobierno, y agregó: “Nos preocupa, pero sin traumatismo”.

Otra “necesidad” del gobierno refiere a la “reactivación del proceso de inversión”, ya que “sin inversión, no hay producción, y sin esta, no hay empleo y, por ende, [tampoco hay] crecimiento de los ingresos y de la recaudación del Estado para llevar a cabo las políticas de planificación”.

“Jamón del sándwich”

Bergara se mostró confiado en lo que refiere a la estabilidad de precios, la política monetaria y el nivel del tipo de cambio.

Respecto de la inflación, que en los últimos 12 meses a febrero alcanzó un crecimiento acumulado de 7,07% (sobrepasando levemente el rango meta fijado por el BCU), el jerarca se alegró de que estas fracciones de puntos porcentuales “preocupen” a los agentes, ya que esta conciencia genera mayor facilidad a la autoridad monetaria para controlarla. Dijo también que “la inflación es mala cuando altera las decisiones económicas” y que, bajo las condiciones actuales, “los agentes son capaces de navegar libremente”.

En este sentido, el economista dijo que el dato implica “buenas noticias” para la próxima ronda de Consejos de Salarios que comenzará en junio, porque expectativas de inflación más bajas permitirán a empresarios y trabajadores “negociar mejor”. También adelantó su postura respecto de las pautas que sugiere el Poder Ejecutivo para la negociación y dio su visto bueno a la “nominalización” de los ajustes. Dijo que “en su momento fue criticada porque no iba a crecer el salario real, y finalmente creció”, lo que indicaría que “se trata de una forma de negociar que se ha legitimado: en base a acuerdos nominales y no por indexación” de salarios a precios.

En tanto, con respecto a la política monetaria, dijo que seguirá siendo contractiva para “dar la señal de que el BCU mantiene la preocupación por la estabilidad de precios”. Respecto del sistema bancario, sostuvo que, ante una “menor exposición regional”, se posiciona como “solvente y con elevada liquidez”.

Por último, con respecto a la evolución del dólar, afirmó que “nadie ha hecho más que el BCU para evitar el desalineamiento cambiario”, en un escenario de políticas cambiarias flexibles, dado que esa es la manera “más positiva” para poder reaccionar “cuando existe un ineludible y fuerte shock externo, y Uruguay no tiene la espalda financiera para compensarlo”. “Es mejor poder acompasar día a día el escenario internacional y no fijarnos en un número que ante un shock eventual nos va a resultar insostenible”, concluyó.