Con el objetivo de “dar coordenadas” en un momento en el que “el mundo ha perdido algunos ejes”, el presidente del Banco Central, Mario Bergara, disertó ayer en el ciclo de almuerzos de la Asociación de Dirigentes de Marketing. Si bien se refirió a temas como la realidad internacional, las criptomonedas y el crecimiento económico nacional, el titular de la autoridad monetaria se centró en las competencias de su institución: la estabilidad de precios, los sistemas bancario y de pagos, y las políticas monetaria y cambiaria.
Con respecto al nivel de precios, dijo que le transmite “estabilidad”, porque “no afecta las decisiones económicas” de los agentes. Aun así, añadió que el hecho de que en febrero el acumulado de los últimos 12 meses se haya ubicado, según la estimación del Instituto Nacional de Estadística, en el “techo” del rango meta (7,07%), “no nos gusta”. Por este motivo, señaló, si bien la política monetaria se ha flexibilizado, “aún mantiene un importante grado de contracción” para que la inflación vuelva a ubicarse “en torno al centro” del objetivo del banco.
Sobre el funcionamiento del sistema bancario, afirmó que da “tranquilidad” por su “solvencia y liquidez”, y que también genera “serenidad” que el mercado de capitales esté “dinámico”. En cuanto a los medios de pago, indicó que la Ley de Inclusión Financiera impulsó un aumento del uso de medios electrónicos, que ha pasado de 8% a 33% en el total de transacciones, lo que en su opinión da la pauta de que “vamos en el camino correcto”.
La mayor parte de su presentación estuvo dedicada a desarrollar los fundamentos de las políticas monetaria y cambiaria. Señaló que podría hablarse de atraso cambiario en dos escenarios: “Que el dólar ‘baje’, y que este suba pero menos que la inflación”, pero dijo que la primera posibilidad dependerá de lo que suceda con la moneda estadounidense en el resto del mundo, y que en todo caso esto podría “afectar la rentabilidad sin alterar la competitividad”; y que la segunda produciría un “encarecimiento del dólar”, que se traduciría en un deterioro de la rentabilidad por medio de los costos domésticos.
En cuanto al atraso cambiario por presiones a la baja de la cotización del dólar –que “es lo que siente el Banco Central que había y hay”–, dijo que “importa identificar conceptualmente si estas presiones se expresan o no”, y que por eso la autoridad monetaria procuró absorber el impacto de la volatilidad y las presiones externas. Así, compró más de 4.000 millones de dólares en 2017 y lleva más de 1.000 millones adquiridos en lo que va del año, “evitando que el dólar se desplome”. “Porque somos responsables es que intervenimos, aun pagando un costo, para que [esa presión a la baja] no tenga efectos cruciales sobre el sector real de la economía”, afirmó.
Consultado en el espacio para preguntas sobre su opinión acerca de la propuesta de establecer una renta básica universal –RBU, un ingreso mínimo asegurado por el Estado a la totalidad de los ciudadanos o residentes–, Bergara se manifestó a favor de esa herramienta de seguridad social, aunque señaló la necesidad de ciertos pasos previos a su implementación.
Dijo que es un proceso asociado “más que al deterioro del empleo, a la dinámica tecnológica”, que es la que “financia” su implementación mediante “enormes aumentos de la productividad”, que permiten la existencia de una RBU. “En esa perspectiva, lo veo bien, me parece razonable” opinó, advirtiendo que debe estar “acompañado de un reacomodamiento de políticas sociales”. Pero “no hay que pensar que mañana vamos a empezar a repartir renta básica para todo el mundo. Eso sería poner la carreta antes de los bueyes”, advirtió.