“El acoso callejero es una expresión de la violencia basada en género. Habla de cómo nos relacionamos y de las dinámicas que construimos y compartimos en la calle”, dijo el lunes Fernanda Berrueta en el lanzamiento de la campaña contra el acoso callejero que lleva adelante Colectivo Catalejo. Además de la presentación de un spot, se hizo el lanzamiento oficial de la página web www.libredeacoso.uy. El sitio tiene como finalidad recolectar datos y cuenta con dos espacios, uno para testigos y otro para testimonios.

El colectivo trabaja en torno a este tema desde hace un año. Este mes emitió en las redes sociales tres cortos que formaron parte de una campaña de expectativa que generó respuestas de lo más variadas. En los tres videos se muestran situaciones cotidianas en las que “se podría pensar que se va a dar una situación de acoso, pero que al final no lo son”, dijo Berrueta. La integrante de Catalejo contó que los cortos fueron objeto de críticas, en especial provenientes de varones, y mencionó algunos comentarios: “Mientras nadie le falte el respeto a una persona de cualquier sexo, en este caso mujer, miro y digo lo que se me antoje (un piropo, por supuesto)” o “¿Cómo se encara a una mujer en el futuro? ¿No les vamos a poder decir qué lindos pechos tienen, o qué linda cola, en privado?”. Las discrepancias con la campaña no son exclusivas del género masculino. En el Facebook del Colectivo una usuaria publicó: “Qué fiasco, [a] una mujer madura y bien plantada no le importa lo que le pueden decir en la calle, no creo que por [más] groserías que le puedan decir vayan a dejar de dormir, creo que hay muchas otras cosas más importantes [como] la lucha de la mujer por sueldos dignos, la protección ante el maltrato psicológico y físico [...] Nos matan como si nada, sólo por no querer estar más con un hombre”. La mujer terminó diciendo que las organizaciones feministas se “pongan las pilas” y se enfoquen en cosas más importantes, porque de esta manera “nada se va a lograr”.

En la presentación del lunes, Berrueta se adelantó a esta discusión: “Decidimos hablar de acoso callejero porque se trata de un comportamiento cotidiano y sistemático que ocurre en buena parte de la vida de una mujer. Son situaciones que limitan y condicionan la forma en la que habitamos el espacio público. La manera en la que habitamos la calle los hombres y las mujeres es distinta, por eso afirmamos que se trata de un problema de género”.

Las integrantes de Catalejo no son ajenas a la polémica que se produce a raíz de poner el foco en el acoso callejero: “Parece que instalar el tema genera incomodidades y molestias. ¿Por qué molesta tanto que pidamos que no se nos moleste cuando caminamos por la calle? Todos, de alguna manera, estamos involucrados, y es de todos la responsabilidad de transformar este tipo de relaciones”, dijo.

En diciembre de 2017 Catalejo presentó un estudio, que elaboró junto con el Espacio de Formación Integral (EFI) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, en el que se trabajó con cuatro focus groups divididos entre hombres y mujeres y por edad. Martina Sanguinetti, integrante de Catalejo, recordó que de esa investigación surgió que todas las mujeres de los grupos habían sufrido acoso callejero alguna vez, aunque este “está bastante más dimensionado en el caso de las mujeres jóvenes”. “En el grupo de las mujeres adultas, durante la discusión hubo un cambio de discurso. Se fueron dando cuenta de lo que era acoso en el transcurso de la charla”, explicó. A los varones les resultó más difícil evidenciar el acoso como un problema, pero “de todas maneras reconocieron que las mujeres están en desventaja en el espacio público”. El estudio también puso en evidencia un “código intergénero” entre varones: cuando una mujer está acompañada por un varón no sufre acoso.

Julia Irisity, integrante del colectivo, aseguró que “el acoso es una variable más de la violencia de género”. “Es la idea de que la mujer es un objeto en el que se puede intervenir sin que haya ningún tipo de consecuencia”. Relató que otro de los comentarios de los videos apuntó a que las protagonistas de la campaña de expectativa tenían mucha ropa y por eso no eran acosadas. Comentó que entre las estrategias de evasión está cambiar de recorrido, usar auriculares, pensar antes de salir en la ropa que se va a usar y ver qué medio de transporte se usará en caso de salir de noche o sola. “Si bien estas estrategias son válidas, es importante hacer notar cuando algo nos hace sentir mal”. Uno de los consejos es interpelar a la persona y preguntar por qué hace eso, pero no de manera agresiva. “Es importante que una se sienta cómoda, porque tampoco es nuestro rol andar educando a toda la sociedad. Hacemos hincapié en el autocuidado porque a veces las reacciones son violentas, los hombres se enojan, pero también pasa muy seguido que el hombre queda descolocado y niega haber dicho lo que dijo. Hubo casos en los que se produjeron conversaciones muy constructivas”, destacó.

Con relación a la queja de algunos varones de que ya no van a poder seducir mujeres, aseguró: “Eso es algo que me causa mucha gracia. Si alguien sabe de una pareja que se haya conocido de esta manera, que nos pase el dato porque sería súper curioso. Cuando hablamos de acoso no nos referimos a lo que puede pasar en un boliche. Eso es otra cosa. Hablamos de lo que pasa entre desconocidos y de forma momentánea. Si una persona lo está haciendo para ‘conquistar’, lo está haciendo mal. Yo le recomiendo que cambie de estrategia”. “Estamos tratando de que el acoso sexual callejero se termine. Eso no significa que las interacciones entre hombres y mujeres no existan más, ni queremos que no existan más los hombres”, agregó.

La integrante de Catalejo reiteró que el espacio público es “el lugar de ejercicio ciudadano, es donde las cosas pasan, donde se sale a hacer, y si no podemos tener igualdad de condiciones hay algo que está mal, sin ir en desmedro de otras desigualdades que están pasando en el espacio público”.

En referencia a las mujeres que sostienen que los “piropos” no les molestan, señaló: “Nosotras tratamos de no hablar de mujeres en general, porque hay diversidad de opiniones. Sí sabemos que hay suficiente cantidad de mujeres que no lo viven de esta manera”. Aseguró que el factor generacional explica mucho este tipo de opiniones porque “las mujeres más adultas lo viven menos”. “Estamos en una sociedad que valora mucho el cuerpo joven, incluso el infantil. La edad promedio en la que se sufre acoso por primera vez son los 11 años”, apuntó.

Para explicar el código intergénero mencionó una experiencia personal: “A mí me pasó que me han dicho cosas y no se habían dado cuenta de que estaba acompañada; le pidieron disculpas a él cuando a la que le habían dicho algo era a mí. En los grupos de discusión apareció la idea del código de varones en ese sentido [se muestra respeto hacia el otro varón y no hacia la mujer]. En los varones más jóvenes apareció la idea de que al momento de pensar en una intervención, se lo podía ver como un ataque contra su propio género y podía estar mal visto”, aseguró.