Durante el fin de semana los medios de comunicación de China y del resto del mundo divulgaron imágenes de un misterioso tren de color verde que arribó a Pekín desde un destino desconocido. El miércoles se confirmaron las versiones de prensa según las cuales se trataba del vehículo que había utilizado el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, para viajar a China y reunirse con el mandatario de ese país, Xi Jinping, para tratar el tema del programa nuclear norcoreano. Un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos aseguró: “Es una buena noticia desde el punto de vista de la seguridad mundial, no tanto por el hecho de que los dos presidentes se hayan reunido para allanar el camino del desarme norcoreano, sino porque esto podría ser una confirmación de lo que nosotros sospechamos desde hace un tiempo: que Corea del Norte no tiene aviones. Y si no tiene aviones, menos va a tener misiles nucleares”. Fuentes diplomáticas de Pyongyang reconocieron que en el gobierno había “opiniones encontradas” sobre el viaje, primero de Jong-un al extranjero, y que este generó “cierta incertidumbre”. “Cada vez que un ciudadano de Corea del Norte sale al exterior, existe un riesgo grande de que deserte y se quede allí. En este caso, por tratarse del líder máximo del país, las posibilidades eran muy bajas, pero la situación interna es muy delicada y cualquier cosa puede pasar”, declaró un funcionario de la cancillería norcoreana. De hecho, el diplomático aseguró que el de Kim Jong-un “es el primer caso de alguien que se va de Corea del Norte y regresa”. Un experto en política del Lejano Oriente de la Universidad de Leeds consideró que el mandatario “quiso dar un ejemplo a su pueblo, demostrando que no sólo se puede salir de Corea del Norte sin temor a recibir una ráfaga de balazos en la espalda, sino que además se puede volver y no sufrir ningún tipo de represalia”. Pero esta teoría no es compartida por todos. Una funcionaria de la cancillería de Francia aseguró: “Las personas que salen de Corea del Norte no sólo deben temer por la suerte de ellas mismas, sino también por la suerte de sus familiares que se quedaron allí. Si Kim Jong-un hubiera decidido quedarse en China, sus familiares podrían haber terminado en un campo de concentración. Eso, si es que no están ya en uno, porque las formas de Kim Jong-un de relacionarse con sus familiares son un poco extrañas. Las dos opciones son posibles”.