La 35ª Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) estuvo centrada en políticas de combate al hambre y en la transformación de la agricultura para la adaptación y mitigación del cambio climático. La reunión concluyó ayer en Jamaica, y Uruguay estuvo representado por su embajador en Cuba, Eduardo Lorier.
El ex secretario general del Partido Comunista recordó en la cumbre de la FAO que Uruguay está elaborando un Plan de Adaptación al Cambio Climático y que en el país el sector agropecuario produce 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático propone metas para 2050 y establece un sistema de monitoreo de las dimensiones vinculadas al cambio climático, de manera de controlar el cumplimiento de los objetivos. La elaboración del plan forma parte del Programa Global de Integración de la Agricultura en los Planes Nacionales de Adaptación, que se lleva a cabo en 11 países con el apoyo de la FAO y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Busca reducir la vulnerabilidad de la producción agropecuaria al cambio climático, mejorar los servicios e instrumentos para la gestión del cambio climático (entre ellos, las alertas y previsiones climáticas), atender los efectos financieros de la variabilidad climática y adaptar la infraestructura, entre otros objetivos.
Lorier aseguró que el plan no supone una amenaza a la producción de alimentos. “La gran innovación que tendría la aprobación de este programa es permitirnos responder al cambio climático en el sector agropecuario, trabajar de forma coordinada en la implementación efectiva de estas medidas”, destacó Lorier. Sostuvo que la adaptación es “estratégica” para Uruguay como productor de alimentos, y también lo es la mitigación del cambio climático: “Producir más con menos impacto en el ambiente”, resumió el embajador uruguayo.
Lorier destacó el avance que supuso el Acuerdo de París, pero alertó que una primera evaluación del cumplimiento de los compromisos muestra que los países, en especial los desarrollados, “deben aumentar los esfuerzos significativamente”. Afirmó que los países desarrollados son los principales responsables del calentamiento global y, por lo tanto, deberían apoyar a los subdesarrollados tanto en materia de financiamiento como de transferencia de tecnología.