Me considero discípulo y crítico de Vivian Trías, con el que mantuve una estrecha relación de militancia y de docencia durante más de 20 años: en el Partido Socialista entre 1954 y 1965 y como colega en la docencia de Historia en el liceo de Las Piedras entre 1964 y 1972, año en que Trías volvió a ser electo diputado. Luego, nos vimos de forma intermitente hasta 1975, año en que fui detenido. Trías falleció en 1980 y yo fui amnistiado en 1985, por lo que no nos reencontramos.
Recibí su profunda influencia, coincidí y discrepé con él, algo que él aceptaba, pues nunca pretendió tener sumisos a su alrededor. Lo conocí muy bien. Sé que tuvo aciertos y desaciertos como tenemos todos, pero su integridad ética está fuera de duda. Que Trías aportase sus ideas a quienes compartían críticas al capitalismo y el imperialismo norteamericano es posible, del mismo modo en que en el país o en el exilio, durante las dictaduras de la “seguridad nacional”, muchos militantes acordamos con un espectro ideológico amplio de voces críticas a dichas dictaduras. Eso está bien, no significa venderse.
Sorprende la superficialidad de quienes sostienen que tenía cierta estrechez económica. Trías contaba con un ingreso como profesor efectivo de séptimo grado (el máximo), que en la década de 1960 equivalía a los ingresos de un diputado (el sueldo de un director de liceo era casi igual al de un senador). Sus libros se agotaban, no necesitaban mecenazgos. La amplia mayoría de su rica biblioteca es anterior a 1966.
La campaña denigratoria se comprende a la luz de una ofensiva ideológica del liberalismo, o de su primo hermano, el social-liberalismo. Trías ingresó a la enseñanza por concurso y fue profesor de Filosofía, de Historia y de Literatura, además de poseer una sólida formación en economía. Fue algo más que historiador: fue un teórico marxista de primera línea; a mi juicio, el mayor teórico del siglo XX en Uruguay y uno de los más destacados en América Latina.
En esa ofensiva ideológica participa Fernando López D’Alesandro,(1) centrado en la dicotomía democracia-dictadura. En su análisis las clases sociales no existen, las categorías marxistas, tampoco. Lo que estas tendencias ideológicas procuran al calumniar a Trías es terminar con la tendencia marxista que ha buscado caminos diferentes al estalinismo y a la caduca socialdemocracia. Al respecto, me remito a Trías: “Nuestras radicales discrepancias con los partidos socialdemócratas europeos no se refieren, por cierto, al problema de la libertad y de la vigencia de los derechos democráticos. En nuestra concepción del socialismo, las libertades fundamentales, el funcionamiento de una democracia real, el respeto a los derechos humanos, juega un rol primordial. Ello nos define y nos diferencia de otras corrientes. Pero es que los partidos socialdemócratas de las naciones imperialistas, como Francia, hacen cuestión de la democracia en las metrópolis, pero aplastan salvajemente desde el gobierno las libertades de los pueblos coloniales como en Argelia”.(2)
Si acometo la tarea de opinar sobre Trías –ya lo hice en el libro de mi autoría Trías, el socialismo y la patria grande. Hacia una interpretación marxista del siglo XXI (2013)– es porque pocos historiadores vivos lo han conocido tanto (otro es Carlos Machado).
El pensamiento de Vivian Trías
No opinaré sobre las supuestas notas de Trías a los checoslovacos. Lo que sí sé es que Trías se entusiasmó con Juan Carlos Onganía y discutí con él, entendiendo que había dado un golpe de Estado reaccionario. De ese enfoque suyo doy fe. Y no cabe la menor duda de su yerro, de su entusiasmo ante los supuestos militares progresistas, posición que en 1973 en Uruguay editorializó El Popular, órgano del Partido Comunista, ante los comunicados 4 y 7 del 9 de febrero, sin contar con el silencio de Liber Seregni en el acto del Frente Amplio en esos días, en los que criticó a Juan María Bordaberry, pero nada dijo de los golpistas. Salvo excepciones de organizaciones pequeñas, la izquierda (frenteamplista) “se comió” el progresismo de esos comunicados.
Con ser grave el desacierto de Trías respecto de Onganía, su pensamiento global y sus aportes no pueden limitarse a este yerro, aunque López D’Alesandro lo utilice para defender la “democracia” y atacar a las “dictaduras”. El marxismo siempre estudia el contenido de clase de la democracia. Hubo democracia esclavista, democracia en los burgos modernos, democracia liberal en diversos países capitalistas y democracias más estrechas, como las “tuteladas” por las Fuerzas Armadas a la salida de las dictaduras de la Doctrina de la Seguridad Nacional.
Ahora bien, son complementarios dos enfoques diferentes. Por un lado, el reconocimiento del contenido dictatorial de clase de la democracia, opuesto al enfoque liberal que contrapone democracia y dictadura. Por otro, el reconocimiento de que el régimen en el que se ejerce la dictadura de la burguesía no es indiferente a los trabajadores ni a las clases populares, y es preferible el democrático liberal. En cambio, cuando se trata de un proceso revolucionario, se llega a lo que el joven Karl Marx llama “democracia verdadera” (Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel), luego denominada “dictadura del proletariado”. Tema de controversia es cuando esa “democracia verdadera” (real, la llama Trías) mantiene o no esa característica, y esa polémica comprende a los estados que pretenden expresar a los trabajadores y a las clases populares (Cuba, Venezuela, China, Vietnam, etcétera).
Trías importa como pensador marxista, y en tanto uruguayo –miembro de una nación dependiente, del otrora denominado Tercer Mundo– comprende que la revolución socialista será internacional o no será, que la integración latinoamericana es indispensable para el ejercicio de la soberanía de cada una de sus naciones, en particular la uruguaya. Y con esas categorías estudia la historia para señalar el rol de los liberales Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento, que atacaron a los caudillos populares –caso de José Artigas– y apuntalaron al colonialismo británico, devenido después en imperialismo.
Aportes del pensamiento de Trías
A continuación, señalo dos aportes medulares del pensamiento de Trías.
“Porque, en general, los hombres nutren su personalidad con decisivas influencias derivadas de su tierra, de su pueblo, de sus amigos, de su familia, de su lar. Es a través de su inmediata experiencia con los suyos, que el hombre llega a concebir y a amar a la humanidad y, por consiguiente, a luchar por un mejor destino para ella.
En nuestro caso, orientales y latinoamericanos, es desde ese ángulo singular que vemos al mundo y que encaramos sus problemas. Precisamente, desde ese punto de partida es que llegamos a la conclusión de que el socialismo es la única y ansiada solución para nuestros pueblos. Y luego comprendimos que esa solución sólo puede ser universal y que, así como no habrá, en definitiva, socialismo uruguayo sin socialismo latinoamericano, no habrá tampoco socialismo latinoamericano sin socialismo a escala mundial”.(3)
La cita anterior muestra a un Trías internacionalista, promotor de la integración latinoamericana (la Patria Grande), y en esa visión se encuadra su “socialismo nacional”. Juzga que la humanidad se superaría alcanzando propósitos socialistas por medio principalmente de revoluciones nacionalistas del Tercer Mundo, que guiarían sus pasos de acuerdo con la idiosincrasia de los pueblos y de sus experiencias concretas, estableciendo vínculos solidarios con los genuinos procesos democráticos y nacionales de los países del Primer y del Segundo Mundo. Se opone y desconfía de las “revoluciones papagayos” y de los “centros” rectores del proceso político e ideológico. De ahí su profunda simpatía por Yugoslavia, China, Corea, Vietnam y, muy especialmente, Cuba. Además, se opone a la invasión soviética a Checoslovaquia (1968) implantando otro régimen títere.
El segundo elemento a destacar del pensamiento de Trías es su reinterpretación del rol de los denostados caudillos, a quienes equipara a un “sindicato de los gauchos”. Defiende al federalismo y a sus promotores. “José Artigas fue víctima de la calumnia infamante... y fue calificado de ‘anarquista’ y ‘bandolero’. Y se intentó desarraigarlo del recuerdo popular mediante la Leyenda Negra. De Cavia a Mitre o a Berra la tarea tuvo diligentes y aplicados amanuenses”. (también Sarmiento, agrego).(4) Sobre Mitre expresa: “Su gobierno es una mixtura eficaz de liberalismo económico y ‘culto’ y de dictadura sanguinaria e implacable. Mitre es el instrumento que lleva adelante, contra viento y marea, la incorporación orgánica de la Argentina al aparato imperialista”.(5)
Pero hace salvedades respecto de los caudillos. Así, de Juan Manuel de Rosas opina: “Su política en lo fundamental es idéntica a la de los unitarios. Mantuvo su monopolio de la aduana y sus rentas para los porteños; sostuvo con mano de hierro la clausura de los ríos interiores que asfixiaba al litoral”.(6) Y agrega: “No es una casualidad que los auténticos políticos federales provincianos hayan sido antirrosistas; tal es el caso del correntino Pedro Ferré, del tucumano Heredia, del riojano Ángel Vicente Peñalosa”.(7) Esto no le impide reconocer el valor de Rosas: “Veremos que también fue capaz de sostener una actitud nacional, representativa del conjunto de las Provincias Unidas ante la agresión extranjera. No puede extrañar que haya calado hondo en la historia”.(8) Para Trías, el criterio unitario conducía a la semicolonia y el federal a la nación soberana. Así revaloriza la historia de los movimientos nacionales y populares.
Apuntando al presente
Por fin, López D’Alesandro se traslada al presente y atacando a la “izquierda radical” mete en la misma bolsa a los Kirchner, Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Vladimir Putin; “todo es igual, lo mismo un burro que un gran profesor”, de acuerdo con la letra del tango. Para obrar con seriedad se debe analizar caso a caso.
Creo que otro debe ser el criterio que, presumo, compartiría Trías: “Desde el fallecimiento de Vivian Trías han transcurrido más de tres décadas, pletóricas de acontecimientos trascendentes, motivadores para intentar una interpretación en base a sus aportes, a los de otros pensadores marxistas o de diversas visiones revolucionarias de la época presente. Si no somos capaces de recrear el pensamiento socialista, inexorablemente se caerá en interpretaciones chatas, acomodaticias y sin perspectivas, repetitivas de las experiencias frustradas de la socialdemocracia o de los fundamentalismos cargados de dogmatismo, dignos del peor estalinismo”.(9)
(1). López D’ Alesandro, Fernando. “Vivian Trías, Jorge Rafael Videla y el socialismo nacional”, la diaria, 24/2/2018.
(2). Trías, Vivian. “Marx, Lenin y la Revolución Latinoamericana”, El Sol, segunda nota, 28/12/1961.
(3). Trías, Vivian (1989). Aportes para un socialismo nacional. Tomo 6, “Por un socialismo nacional”, “Introducción”. Ediciones de la Banda Oriental, págs. 129 y 130.
(4). Trías, Vivian. Las montoneras y el Imperio Británico. Ediciones Uruguay, pág. 19.
(5). Ibídem, pág. 119.
(6). Ibídem, pág. 80.
(7). Ibídem, pág. 81.
(8). Ibídem, pág. 82.
(9). Louis, Julio A. Trías, El socialismo y la patria grande. Hacia una interpretación marxista del siglo XXI. Fundación Vivian Trías-Arca, pág. 133.