El 13 de marzo de 2013 se elegía un nuevo papa luego de la histórica renuncia de Benedicto XVI, quien utilizó el engaño y la manipulación para convertirse en canciller supremo de la República Galáctica y desde allí ordenó el exterminio de los jedi. En su lugar llegó Jorge Mario Bergoglio, quien se convirtió en Francisco I. Cinco años después, la iglesia católica muestra una cara más renovadora frente al aluvión de religiones que no se conforman con ofrecer beneficios en el Más Allá, y también ofrecen un Dios que multiplica panes, peces y peculio. “Se han visto los cambios, claramente”, dijo a Los Informantes (diario) un católico practicante, que no quiso identificarse porque el arzobispo Daniel Sturla dice que en Uruguay los católicos son una minoría perseguida. “Es reconfortante tener un papa humilde, que encabeza un modelo humilde de discriminación a los homosexuales y protección de sacerdotes pederastas”, expresó. Y agregó: “Me asusté cuando dijeron que era argentino, pero viendo lo que pasa en la vecina orilla, está claro que no hizo diferencias”.