La iglesia católica divulgó la semana pasada una declaración de sus obispos y arzobispos en la que alertan sobre la fragmentación social del Uruguay. El prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, envió una respuesta dirigida al cardenal Daniel Sturla, en la que sugiere que el documento está alineado con los discursos del líder de Todos, Luis Lacalle Pou, y los del movimiento Un Solo Uruguay.
“Rechazamos enfáticamente estar confabulados”, respondieron los blancos, los autoconvocados y los católicos, en un mensaje firmado por varias personas que pertenecen a los tres colectivos. Una de las cosas que más cuestionó Roballo es que la declaración hiciera mención a los problemas entre el campo y la ciudad, algo que consideró una referencia al conflicto con los autoconvocados. Sturla defendió ayer “el derecho de los católicos de preocuparnos por la situación del campo, sobre todo porque lo hacemos sin ningún tipo de alineamiento con partido político alguno”. “Lo que pasa en el campo no es un problema político, es un problema espiritual. Tristemente el pecado de la codicia se ha adueñado de algunas gentes de campo. Los peones piden mucho dinero, y como el gobierno acepta sus reivindicaciones, se generan conflictos con los estancieros, que en su inmensa mayoría son excelentes católicos, siempre dispuestos a ayudar al prójimo. El problema es que muchos de sus empleados no quieren ayuda cristiana, sino simplemente el vil dinero”.