Alfredito (productor rural): No estoy de acuerdo con la vacunación en las escuelas porque es una forma de coartar la libertad del individuo, como la bancarización obligatoria o la ley de ocho horas para los peones, que cercena el derecho del productor a su rentabilidad, que es un derecho humano. Mis hijos se vacunan todos los años en Estados Unidos, cuando vamos de vacaciones, y jamás se enfermaron. Así que no me vengan con eso de que las vacunas tienen que ser obligatorias.

Sonia (repostera): La gente es ignorante. No vacuna a sus hijos porque les viene autismo, pero ¿qué prefieren, un hijo autista o uno que se haya muerto de sarampión? No sé. Para mí que esto es discriminación. Además, en última instancia, si te sale autista tenés a la gente de la Teletón, que te puede dar una mano. Es cierto que no juntan tanta plata como antes, pero no sé, yo creo que si caés con un hijo que te quedó autista por darle una vacuna te tienen que ayudar. Que lo pongan a ver tele o algo.

Waldemar (taxista): Las vacunas son un invento de los laboratorios para hacer más plata. Ellos mismos crean las enfermedades. Es la mercantilización de la salud, el bienestar del individuo subordinado al interés de las corporaciones. Por eso apoyo las vacunas. Si no protegemos la iniciativa privada, no hay crecimiento, no hay desarrollo y terminamos como en Venezuela. Es como dice el poema: menos mal que Don Dinero es un poderoso caballero.