El viernes, decenas de miles de palestinos comenzaron la “gran marcha del retorno”, que recuerda la expulsión de cerca de 700.000 palestinos de sus hogares en 1948, tras la creación del Estado de Israel. A pesar de la represión que sufrieron los manifestantes, que terminó con la vida de 16 personas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que su gobierno es “sensible” ante la situación de los refugiados palestinos. “Si ellos o sus descendientes quieren volver a sus tierras, nosotros los vamos a apoyar. Estamos construyendo un cementerio a tales efectos, en el que serán más que bienvenidos”, aseguró. Tras la matanza del viernes varios organismos internacionales reclamaron a Israel la creación de una comisión investigadora independiente para que estudie el caso, algo a lo que Tel Aviv inicialmente se negó. Ayer, sin embargo, Netanyahu confirmó la creación de la comisión. “La realidad es que el viernes murieron 16 palestinos a manos de las fuerzas del orden israelí. Es nuestro deber investigar hasta las últimas consecuencias para averiguar por qué no se llegó a 160. Es evidente que matando de a 16 personas no se va a lograr la paz y la seguridad para el pueblo judío”, declaró el mandatario. Fuentes del Ministerio de Defensa israelí reconocieron que, “teniendo en cuenta que había cerca de 30.000 manifestantes, llama la atención que se haya asesinado solamente a 16 de ellos. Es claro que hubo algún error de planificación o de ejecución, porque una situación así no es normal”.