Hay al menos dos visiones sobre las políticas departamentales. Una clásica, que restringe sus competencias a lo que usualmente se conoce como el abecé y que supone la limitación de los gobiernos departamentales al accionar concreto de las tareas de infraestructura y servicios básicos del departamento: cobertura del alumbrado, barrido (limpieza), mantenimiento de calles, etcétera. Esa primera biblioteca entiende que los gobiernos departamentales deben abordar esas áreas, ser eficientes en su gestión operativo-financiera, y algunas pocas cosas más.

La otra línea, a nuestro entender más efectiva e integral, postula que, además de cumplir con las premisas de eficiencia y el ya mencionado abecé, deben apuntar a potenciar la humanidad y culturalidad del territorio en que les toca gobernar.

Para el Frente Amplio (FA) y la militancia de izquierda, esta discusión ya está dada. Los sucesivos programas y planes de gobierno que colectivamente se han construido y llevado adelante dan muestras claras de cuál es el camino que ha elegido el FA desde una perspectiva filosófica y política.

A partir de la década de 1990 (e incluso antes) Montevideo sufrió un abandono sistemático y programado de los distintos gobiernos nacionales hasta 2005, situación que dejó a la población de rehén e implicó (crisis mediante) que la Intendencia de Montevideo asumiera una serie de tareas que hasta ese momento no habían sido asumidas por las anteriores administraciones. La necesidad, junto con una nueva forma de gobernar y de pensar el departamento, llevó a pensar en clave solidaria nuevas tareas para el gobierno de Montevideo. En los últimos años el gobierno nacional brindó apoyo a la consolidación de ciertas políticas departamentales, pero mientras se saldan algunas discusiones no concluidas, referentes a las competencias de gobiernos nacionales y departamentales, esa visión de política integral con fuerte arraigo social de la que hablábamos debe mantenerse y, en algunos casos, incluso deberá profundizarse.

No imaginamos un gobierno departamental que no apunte a la modernización de la ciudad y la realización de obras, por ejemplo en materia vial, para mejorar la circulación (vaya si este año viene siendo muestra de esto), así como no imaginamos un departamento que no abogue por la cobertura de las necesidades materiales básicas de la gente y de otros derechos, como la educación, el desarrollo intelectual y cultural, el derecho a la recreación y el desarrollo integral de sus ciudadanos y ciudadanas.

Habrá que equilibrar para que los recursos finitos puedan ser distribuidos en intervenciones que modernicen la ciudad y concreten obras, en la compra de materiales y herramientas necesarias para continuar mejorando la limpieza y, al mismo tiempo, invertir en programas de desarrollo cultural y políticas sociales como el subsidio en el precio del boleto, la intervención concreta en asentamientos, el mantenimiento de fondos solidarios de materiales, la creación de fondos de empoderamiento y proyectos colectivos, la implementación de políticas de género y una larga lista de etcéteras.

Esa ha sido y es la política frenteamplista en estos casi 30 años de gobierno departamental, y en ese sentido se han realizado, además, políticas de efectivización de recursos que nos parecen muy importantes. Lograr ese equilibrio es responsabilidad del gobierno del FA, pero también de los ciudadanos. Las mejoras respecto de la calidad de vida y el poder adquisitivo de los habitantes han sido muchas en cantidad y en calidad, pero ese Montevideo de miles de autos nuevos sigue conviviendo con los miles de asentados y trabajadores que juntan las monedas para pagar el boleto del ómnibus. Será la mixtura el elemento que en el futuro nos permitirá seguir encarando de manera sólida nuestro departamento.

Martín Nessi es edil departamental por el Espacio 609 (FA) en Montevideo.