La negativa del gobierno de Italia a recibir a los inmigrantes africanos que pretendían llegar a ese país en barco a través del mar Mediterráneo, y que fueron rescatados por el buque de socorro Aquarius, generó un enfrentamiento diplomático en el seno de Europa. “Parece que los nuevos gobernantes italianos no se enteraron de que la mano dura contra la inmigración tiene que ser sólo una estrategia previa a las elecciones, no una política de Estado. Si no entienden algo tan sencillo como el funcionamiento de la demagogia, me preocupa lo que puedan hacer en áreas más sensibles como la economía y la defensa”, declaró un funcionario de la diplomacia francesa. La solución a la crisis apareció gracias a la intervención de España, que aceptó recibir a los inmigrantes. Según el Ministerio del Interior (MI) español, los ocupantes del Aquarius aún tienen algunos problemas de salud, pero no revisten gravedad y se están recuperando bien. “Creemos que en poco tiempo ya van a estar listos para instalarse en España a trabajar por sueldos miserables y enfrentar la xenofobia, porque así como están ahora difícilmente puedan realizar los esfuerzos físicos que nuestra economía requiere”, declaró un vocero del MI. El funcionario gubernamental también hizo un llamamiento “a no repetir los errores de siglos anteriores, en los que la salud de los esclavos no se cuidaba y eso influía negativamente en la calidad de la fuerza de trabajo”.