La semana pasada, un juez de Estados Unidos condenó a la multinacional Monsanto, fabricante del herbicida glifosato, a pagarle 289 millones de dólares a Dewayne Johnson, un jardinero que usó el producto durante mucho tiempo y eso le generó cáncer. Desde la empresa aseguraron que “no se ha demostrado que haya una relación directa entre el glifosato y el cáncer. De todas maneras, Monsanto mantiene su compromiso de, en caso de que se halle un vínculo, comenzar a vender glifosato mucho más barato”. Se espera que tras el fallo de la Justicia estadounidense se genere un aluvión de nuevos juicios por parte de presuntas víctimas, algo que a su vez hizo que se desplomaran las acciones de la multinacional farmacéutica Bayer, que a comienzos de año compró Monsanto.

De todas maneras, ayer de noche, con la apertura de las bolsas de valores asiáticas, las acciones de Bayer repuntaron y batieron un récord. “Bayer tuvo la suerte de poder anunciar, muy poco tiempo después del fallo contra Monsanto, que ya está en condiciones de fabricar medicamentos para tratar el cáncer”, explicó un analista del periódico inglés Financial Times. “Las ganancias que le puede generar esto a Bayer superan ampliamente las pérdidas que le podría causar el glifosato, no sólo porque el cáncer hoy en día es una enfermedad que afecta a millones de personas, sino porque en el futuro van a ser muchos más, gracias al uso indiscriminado de glifosato. Es un negocio perfecto”.