En los próximos meses será presentado el primer producto de Aura, una empresa nacional enfocada en la movilidad sustentable por medio del diseño y prototipado de vehículos para aire, mar y tierra. Detrás del proyecto, dos nombres conocidos del mundo audiovisual: Pepi Gonçalvez y Javier Cedrés. Con su base de operaciones en el oeste de Maldonado, el emprendimiento cuenta con el apoyo del Polo Educativo Tecnológico Arrayanes y por su diseño de innovación tecnológica fue declarado de interés por el Ministerio de Industria, Energía y Minería.

“La filosofía de esto es volver a la observación de la naturaleza, a ver cómo se mueven los animales. Primero fue un concepto, después vinieron los planos, la maqueta uno y la dos”, explica Gonçalvez. Por un lado, pretenden desarrollar una aeronave provista de un pequeño motor a batería, basada en el buitre de cuello rojo. “Al Cathartes aura, el urubú, lo vemos todo el tiempo planeando por las carreteras. Es un ave rapaz que tiene una autonomía gigantesca; el vehículo reproduce ese diseño. Llegamos a hacer contacto con la base aeronaval, hemos consultado a pilotos, hemos pasado por todo un proceso”.

Hay otro plan en marcha: un rodado, aunque no un auto común, que se inspira en el ñandú, cuya elasticidad le permite andar por superficies irregulares. “Lo que estamos buscando es ver cómo se van a mover estos vehículos, de qué forma eso funciona en el animal. Con esa idea seguramente participemos en febrero en un concurso de innovación en la Antártida”, adelanta Gonçalvez.

La más avanzada es Franca, una embarcación que toma su nombre y su forma de una visita habitual de estas costas, la ballena franca austral. “La intención es ver hasta qué punto podemos desarrollar algo que por lo menos baje 50% la capacidad contaminadora del vehículo de referencia, que en este caso es una moto de agua. Tiene que tener un montón de condiciones nuevas. Estamos pensando cómo desarrollarla también para que te permita llevar a otra persona en caso de rescate, por ejemplo, en inundaciones. Tiene que ser un vehículo que se pueda acercar a las rocas. En un principio la intención era hacer algo que no haga ruido, que permita circular en lagunas –las motos de agua fueron eliminadas–. El objetivo no es hacer un vehículo deportivo, sino que los supere en capacidad de transporte y autonomía, que no sea contaminante y que pueda ser utilizado para observación o vigilancia ambiental”, indica Gonçalvez.

El resultado es una estructura hecha a mano, de varias capas, entre las que se encuentran materiales nuevos y reciclados de distintas clases: el raqui de palma, el roble de barricas, plástico de terrinas, corteza. Estiman que se desplace a una velocidad de entre diez y 15 nudos (similar a una moto de agua del mercado). Tres sistemas de propulsión, uno manual y dos eléctricos, le permiten navegar sin dañar la diversidad biológica. Cuenta con un sistema autopropulsado apoyado con pequeñas bombas, alimentadas por paneles solares que brindarán seis horas de autonomía a baja velocidad. Su peso aproximado es de 150 kilos. Cuenta con un timón intercambiable según la necesidad y el entorno: timón Aura franca, clásico y doble americano, que también puede sustituirse por una rueda para que una sola persona pueda retirarla del agua. La versión de seguridad agrega balizamiento, sonido y accesorios de rescate.

Para Gonçalvez, “estamos en un momento en que todo el mundo está haciendo cosas, no sólo Elon Musk y los autos eléctricos, sino que estamos viviendo un cambio de paradigma, marcado por la desaparición de la mecánica tradicional, de los motores, de la combustión, del petróleo; hay una tensión brutal y también nuevas soluciones. Y es una oportunidad para el diseño, así que por qué no prototipar acá. Es un desafío”.

Antes de dar a conocer sus vehículos apuntan a que cada vehículo pase las pruebas, los registros de video, los requerimientos técnicos y la homologación, es decir, todos los trámites. “No todos los países permiten hacer un vehículo por tu cuenta; nuestra legislación sí”, subraya la emprendedora.

La intención es que el prototipado les permita capitalizar el resto de los vehículos y hacer toda la escalada del proyecto. Por eso, el primer modelo de Franca será subastado. “Una vez que tenés un video con el vehículo probado y andando es fundamental levantar una cantidad de plata que nos permita hacer los siguientes. Es una manera de ponerlo en sociedad, y vamos a venderlo con todos los papeles y la posibilidad de que lo pruebes en el momento de la subasta. También lo vamos a hacer como una prueba del interés que pueda tener. Podríamos ponerlo en internet, pero no es lo mismo”, cuenta Gonçalvez. Como prueba de que todo está conectado, los socios ya tienen una película en carpeta, Cómo plantar una aeronave, que entre otras cosas registra el proceso de estos inventos para transportarse como pez en el agua.