Sobre la nota de El País que hace alusión a un artículo escrito por mí en el número 107 de Cuadernos del CLAEH, “¿Qué lugar ocupa la cultura en el Presupuesto Nacional? Un breve análisis descriptivo de la evolución de la asignación presupuestal en cultura 1999-2018”,2 haré algunas consideraciones.
En el trabajo académico, los recortes técnico-metodológicos son la base de un buen ejercicio profesional, por tanto, circunscribir el universo de análisis es fundamental para transparentar qué es lo que se muestra y qué es lo que queda afuera. Ante la lectura sesgada (algo claro cuando se habla de los programas de gobierno de los partidos) y las suspicacias que genera la nota de El País, estas líneas tienen la intención de hacer una lectura política y más amplia sobre el universo presupuestal para la cultura en nuestro país y cómo se ha manejado en los gobiernos del Frente Amplio.
Hay dos formas de ver los datos financieros que aparecen dentro del Presupuesto Nacional (PN): la perspectiva funcional, en la que el presupuesto se asigna por áreas programáticas y programas presupuestales; y la perspectiva institucional, en la que el presupuesto se lee por lo hecho en cada inciso (ministerios, agencias de gobierno, Poder Judicial, organismos de contralor, etcétera) y que agrega un segundo nivel, el de las unidades ejecutoras con potestades de gestión de recursos financieros.
La primera aclaración respecto de la nota de El País es que se omite esta diferencia, sustantiva a la hora de mirar el PN, dado que en la perspectiva funcional, 99,3% del presupuesto asignado para el área programática “Cultura y Deporte”, por medio de sus dos programas presupuestales vinculados directamente a la cultura (bienes y servicios culturales e institucionalidad cultural) se los lleva el Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Esto nos lleva a la segunda perspectiva, la institucional, para la que se eligen, dentro del MEC (inciso 11), aquellas unidades ejecutoras cuya tarea es esencialmente cultural.3 En este sentido, mi artículo aclara en reiteradas oportunidades que lo que se muestra no es la totalidad del presupuesto destinado a la cultura del país por parte del Poder Ejecutivo, sino la asignación que se les hace a estas unidades ejecutoras, en el entendido de que son las principales responsables de la ejecución de la política pública en cultura. Sin embargo, quedan por fuera de la consideración de mi trabajo importantes áreas de lo que ha invertido el Frente Amplio en la cultura en estos casi 15 años de gobierno, decisión metodológica que tomé a sabiendas de los inconvenientes que implicaba por la imposibilidad para una sola persona de llevar a cabo ese minucioso trabajo de reconstrucción. Así, por ejemplo, quedan por fuera muchas partidas que las diversas carteras destinan a actividades culturales, las bandas militares, los bachilleratos artísticos, el trabajo de la Dirección Nacional de Promoción Sociocultural del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), las acciones de Uruguay XXI en materia de exportación y profesionalización de las industrias creativas, los fideicomisos del SODRE y del Museo del Carnaval, el turismo cultural impulsado por el Ministerio de Turismo, las exoneraciones de IVA a los servicios audiovisuales, el aprovechamiento de las empresas culturales (como las salas de cine) de la Ley de Inversiones,4 la Dirección General de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, los incentivos fiscales para el fomento de actividades culturales (Fondos de Incentivo Cultural),5 las hojas de ruta para audiovisual y diseño del Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad (Transforma Uruguay), los programas de la Agencia Nacional de Desarrollo6 y los de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, los Fondos de Desarrollo del Interior de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto aplicados a infraestructuras culturales, el trabajo del Ministerio de Industria, Energía y Minería para los sectores audiovisual, videojuegos y diseño;7 y, por supuesto, todos los presupuestos destinados a acciones culturales por parte de las intendencias y los municipios. Como se puede ver, la lista es amplia. Además, como señalo en la nota al pie número 5 de mi trabajo, “quedan por fuera de este análisis todos aquellos gastos, inversiones, apoyos y/o esponsoreo que realizan cualquiera de los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados en función del mismo argumento, la imposibilidad de llegar a ciertos niveles de desagregación de la información que hace casi imposible la tarea para una persona sola. Aunque la información existe y está disponible, se requiere de un equipo que pueda hacer la recolección de datos de la forma más minuciosa posible, cruzando gastos e inversiones que a priori no son estrictamente culturales, dado que esas instituciones no lo fundamentan de tal forma en términos presupuestales.
En este sentido, ¿quién podría decir que la construcción del Antel Arena no es la construcción de una infraestructura cultural y, por tanto, esa inversión es una inversión en cultura? Sin embargo, los montos de dinero destinados a ese fin posiblemente nunca serán contados como inversión en cultura. Como este hay cientos de ejemplos, como la organización de festivales, los esponsoreos o apoyos a distintos tipos de eventos; pero también hay un sinfín de actividades minúsculas y de montos que pasarían prácticamente desapercibidos para cualquiera que se proponga semejante tarea, como puede ser la bajada de luz o el alquiler de generadores por parte de UTE para las fiestas tradicionales, festejos de las localidades o celebraciones barriales”.
Pero, entonces, ¿qué es lo que se mide? Se mide, en mi trabajo, un corte de la realidad que pretende echar algo de luz sobre un tema que entiendo fundamental –el lugar de la cultura en la asignación presupuestal–, y parte de ese trabajo es poner de manifiesto las dificultades metodológicas que implican delimitar qué vamos a entender por cultural y, por tanto, qué se cuenta como parte de su presupuesto. La mejor manera que encontré para iniciar esta discusión fue indagar en el histórico del PN utilizando los datos disponibles, con niveles de desagregación suficientes para un análisis de calidad.
Dicho esto, pasemos al siguiente punto. Aunque la asignación presupuestal a cultura dentro del PN efectivamente es esa, y es menor o igual en pesos constantes a lo que se asignaba por parte del último gobierno colorado previo a la crisis económica de 2002, hay un tema que es aun más importante que la cuantía. Se trata del lugar que ocupa y ha ocupado la cultura en la agenda de los gobiernos del Frente Amplio, y todo lo que se ha logrado en estos 15 años de gobierno de izquierda. Por suerte, la agenda cultural y la efervescencia creativa no se agotan en la asignación presupuestal dentro del PN, su amplitud y vastedad recorre caminos diversos que no se explican con esos montos; ellos dan cuenta del potencial que tienen los estímulos y las políticas bien aplicadas, gestionadas con transparencia y apuntadas no sólo a los colectivos artísticos afines, sino a un concepto amplio de ciudadanía cultural que implica tanto el acceso a la producción cultural como la posibilidad de crear arte y cultura por parte de todas las personas, especialmente aquellas en condiciones más vulnerables. En este sentido, las transformaciones hechas por los gobiernos del FA en cuanto a sus políticas públicas en cultura no aceptan discusión; la diferencia es abismal a lo hecho por los gobiernos blancos y colorados posdictadura. Si nos ponemos a hacer un somero repaso, no exhaustivo, porque no daría el espacio, de algunas de las acciones realizadas por los gobiernos del Frente Amplio podemos encontrar lo siguiente:
Institucionalidad cultural:
- Mayor responsabilidad y asignación presupuestal a la Dirección Nacional de Cultura (2006) y creación de su unidad ejecutora (2007).
- Creación de Centros MEC (2007), creación de su unidad ejecutora (2016).
- Creación del Instituto del Cine y el Audiovisual del Uruguay (2008).
- Inauguración del Auditorio Nacional Adela Reta del SODRE (2009).
- Programa de Clusters en Industrias Creativas: audiovisual, música, diseño y editorial (2009).
- Creación del Espacio de Arte Contemporáneo (2010).
- Museo Figari (2010).
- Ordenamiento de los Premios Nacionales de letras (2014) y artes visuales (2010)
- Creación del Instituto Nacional de Artes Escénicas (2012).
- Sistema Nacional de Museos (2012).
- Portales del Streaming Vera TV y Vera + (2013).
- Creación del Premio Nacional de Música (2013).
- Creación del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (2014).
- Creación del Instituto Nacional de Artes Visuales (2018).
- Adquisición del Museo Gurvich: acervo y edificio (2018).
- Nueva sede para el Museo Nacional de Historia Natural (2018).
- Creación del Antel Arena (2018).
Fondos:
- Fondos Concursables para la Cultura (2005).
- Fondos de Desarrollo para Infraestructuras Culturales en el Interior del país (2005).
- Fondos de Incentivo Cultural (2005).
- Fondos de Participación Sociocultural (2006).
- Fondo del Fomento Cinematográfico y Audiovisual (2008).
- Fondos de Estímulo a la Formación y Creación Artística (2010).
- Fondo de Instituciones Artísticas (2012).1
- Fondo Regional para la Cultura (2018).
Programas y proyectos:
- Apertura de 127 Centros MEC (2007-2017).
- Fábricas de Cultura (2007).
- Usinas Culturales (2009).
- Fiestas Uruguayas (2009).
- Cuenta Satélite en Cultura (2009, 2012).
- Un Pueblo al Solís (2010).
- Espacio Cultural Urbano (2010).
- Puntos de Cultura (2018).
Otro punto importante que tampoco destaca la nota de prensa de El País, especialmente emparentado con la enumeración anterior, son los aspectos positivos que sí se destacan en mi artículo académico. Por un lado, durante los gobiernos del FA se inició un proceso de desconcentración que paulatinamente mejora la gestión, asignándole más presupuestos y responsabilidades a cada una de las unidades ejecutoras encargadas del quehacer cultural dentro del Poder Ejecutivo. Por otro lado, pecando de ser repetitivo, la asignación y ejecución presupuestal dentro del PN están muy lejos de agotar el universo del quehacer cultural, no sólo en términos económicos, sino en términos simbólicos. ¿Qué lugar ocupa el Ballet Nacional del SODRE en el imaginario cultural uruguayo? ¿Qué significa para pueblos de menos de 5.000 habitantes que el Estado no esté sólo representado en su territorio por la Policía o la escuela pública y que pueda acceder a un Centro MEC, una Fábrica de Cultura o una Usina Cultural? ¿Qué implica en términos de creación y profesionalización el sinfín de acciones que se han hecho desde el Estado para estimular a los/as artistas?
Hernán Cabrera es sociólogo y magíster en gestión cultural.
-
www.elpais.com.uy/que-pasa/frente-destina-recursos-area-cultura-mec-crisis.html ↩
-
Dirección General de Secretaría (1), Dirección Nacional de Cultura (3), Museo Histórico Nacional (4), Museo Nacional de Historia Natural y Antropología (6), Archivo General de la Nación (7), Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación (8), Museo Nacional de Artes Visuales (10), Dirección General de la Biblioteca Nacional (15), Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos (16), Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (24). ↩
-
Entre el IVA cero a servicios y a coproducción, las exoneraciones para distribución y exhibición y el aprovechamiento de la Ley de Inversiones, se llega a un aporte aproximado de casi 320 millones de pesos para 2018, según datos aportados por Martín Papich, director del Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay. ↩
-
El Ministerio de Economía y Finanzas habilita un espacio fiscal de 47,5 millones de pesos anuales, lo que significa que se puede alcanzar aportes de los contribuyentes por algo más de 95 millones de pesos anuales. Estos fondos existen desde diciembre de 2005. ↩
-
Sólo el Fondo Uruguay Audiovisual, en su fase piloto, maneja unos cuatro millones de dólares anuales para los componentes de producción nacional e internacional. ↩
-
Entre los tres subsectores mencionados se alcanza para 2018 una cifra aproximada de 7,5 millones de pesos. ↩
-
Se aplicó sólo durante ese año. ↩