Ya sea con Rumbo, Las Tres o como solista, durante cuatro décadas Laura Canoura se destacó por su calidad como cantante –en el sentido técnico del término– y porque su forma de encarar el asunto se volvió una marca reconocible, cualquiera sea la canción que se le ponga enfrente. Se apoya, además, en una impronta sobre el escenario que no pasa desapercibida ni para el que te corta la entrada en la puerta de la sala, como seguro pasará hoy de noche, a las 21.00, cuando la artista festeje en el Auditorio del SODRE esos 40 años al servicio de la música.

Repasamos: Canoura debutó en 1979, con apenas 22 años y nada menos que con Rumbo, pilar del canto popular uruguayo, grupo en el que estaban Mauricio Ubal, Gustavo Ripa y Gonzalo Moreira, entre otros músicos. Para abrir la noche, aquel LP que tenía una tapa negra con tres murguistas y una ventana entreabierta por la que se asomaba la luna, fue el primero del conjunto, que cerraba con “A redoblar”, una canción de la que ya no queda nada nuevo por decir. En el tercer surco, “Como un pájaro libre”, ya se destacaba la gola de Canoura por sobre la de sus compañeros cuando quedaba sola: “Nueve meses te tuve, / creciendo dentro, / y aún sigues creciendo / y descubriendo”. En esos primeros cuatro versos ya se notaba la voz potente, seria, madura y conmovedora, que no parecía ser de esa chiquilina menudita de pelo largo. En el popular joropo venezolano “Montilla” también mostraba que podía encarar la voz solista de una canción agitada, y en “Estados de ánimo”, la única canción del disco cantada entera –y sólo– por Canoura, ya estaba todo.

Luego de dos discos más con Rumbo, en 1985, cuando el grupo se disolvió, la cantante tenía sobradas credenciales como para lanzar su propio álbum. Así fue que, sin perder tiempo, ese mismo año, con la producción de Jaime Roos –que le puso su inconfundible sello al sonido y la estética general del álbum–, editó Esa tristeza, que empezaba con una versión de la canción homónima de Eduardo Mateo. Allí también estaba “Piropo”, una milonga de Roos a la que la cálida voz de Canoura le calzó a la perfección. “Lo más blanco que hay / es la primera vez que vi nieve, / lo más negro que hay / es un carro fúnebre cuando llueve”.

De aquel debut solista surgió su éxito más grande, al punto de que la artista ha confesado que no suele cantarla mucho porque la saturó: “Detrás del miedo”. La letra es de Canoura y la música de Fernando Cabrera, que la supo describir como una “chacarera lenta”. “Si fuiste obrero de mi sonrisa / y, en el dolor, compañero. / Si descubriste en mi mirada, / detrás del miedo, tu imagen”... La canción cuenta con el privilegio de ser la única en la que confluyeron dos popes de la música de este bendito país, como Roos y Cabrera, y en 1992 tuvo su videoclip, que los mostraba a los tres y se vio por todos lados.

En 1994, cuando las mujeres no precisamente pululaban cantando tango y boleros, Canoura lanzó el disco Locas pasiones, grabado en vivo en el teatro Solís con otro pope, Hugo Fattoruso, pariendo así una colección de versiones a puro piano y voz. Había tangos tradicionales, como “Nostalgias”, de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo, en el que mostraba su lado más arrabalero, y “Siga el corso”, en una versión con inflexiones nostalgiosas del gotán de Anselmo Aieta y Francisco García Giménez que grabó por primera vez aquel de apellido Gardel. También cantaba una canción como “Colombina”, de Roos, que, despojada del traje de murga, demostraba que es flor de tango. “En esa época estaba muy de moda la frase ‘dejate de locas pasiones’, y eso inspiró la motivación del espectáculo. ¿Qué géneros más vinculados por la pasión que el tango y el bolero? Ahí me di cuenta de que me gustaba cantar tango y boleros, y hasta el día de hoy me encanta”, dijo Canoura en una oportunidad, en entrevista con la diaria. Su amor por el género volvería una y otra vez en discos y espectáculos; la última demostración fue el disco Tango (2016).

Su último álbum, Canoura en vivo, editado en 2018, la muestra en plena forma, como si los 40 años no hayan pasado por sus cuerdas vocales. Hace suya la canción “Mincho bar”, de Buitres, en plan balada pianera; y humilla encarando a capela “Te abracé en la noche”, un himno que carga con una emotividad muy seria, para la que hay que tener bastantes agallas; no cualquiera sale bien parado de esa canción, y Canoura la interpreta como si fuera lo más natural del mundo. El disco se remata con una versión de otro himno: “La vie en rose”, de –se sabe– Édith Piaf.

Hoy de noche, en el Auditorio, Canoura repasará algunas de estas canciones y muchas más, acompañada por Andrés Pigatto (bajo y contrabajo), Matías Romero (guitarra) y Pablo Meneses (batería), con los arreglos y la dirección orquestal de Andrés Bedó. Como si esto fuera poco, se sumarán el bandoneón de Néstor Vaz y el cuarteto de cuerdas (dos violines, viola y violonchelo) Aramís. Y habrá todavía más: Larbanois & Carrero, Malena Muyala y las dos integrantes que faltan para completar Las Tres (Estela Magnone y Flavia Ripa). Como para no perdérselo.