En los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, el nazismo dispuso una compleja puesta en escena para impulsar sus intereses propagandísticos, y a eso se dedicaron talentosos artistas como la cineasta Leni Riefenstahl (que le dedicó Olympia, considerado una obra maestra dentro del documental) y el compositor Carl Orff, que creó una partitura especial para el encuentro. Si bien, tiempo después, la mayoría alegó que aceptó el trabajo por coacción, negó el vínculo o –al menos– haber conocido la atrocidad que ocultaba el régimen, en ese contexto Orff compuso la sublime y conocida Carmina Burana, en la que recopiló una serie de poemas latinos de la Edad Media sobre asuntos religiosos, políticos, eróticos y satíricos, que a lo largo del siglo XX se convirtió en un clásico del repertorio occidental, al que siempre sedujo con su dionisíaca celebración del placer, el vino y el amor carnal.

El 21 de marzo será la primera vez que el Ballet Nacional del SODRE (BNS) versione esta obra, junto con la interpretación musical de la Orquesta Sinfónica (OSSODRE) y el Coro Nacional del SODRE. Así, con una gran producción nacional y la coreografía del argentino Mauricio Wainrot (director del ballet del teatro San Martín por más de 20 años), esta cantata promete volver sobre sus marcas de vitalidad. “No es que me sorprenda, porque he bailado otras versiones de Carmina Burana, pero el resultado con el público es impactante”, dice el director del BNS Igor Yebra, y agrega que se trata de una obra muy sensual porque exige físicamente tanto al hombre como a la mujer y, en el transcurso del espectáculo, se advierte cómo trabaja la estructura muscular de los intérpretes: “Coreográficamente muestra a los bailarines en una faceta diferente, en la que se remarca el cuerpo”, ejecutando otra versión de lo que implica habitualmente el ballet clásico.

Esta será la tercera vez que Wainrot trabaje con el BNS, luego de Un tranvía llamado deseo (2011) y El mesías (2014), y lo hará con un espectáculo que no “cuenta una historia” sino que propone un montaje abstracto con eje en lo visual. “Cuando la estrenamos en Buenos Aires hicimos 35 funciones seguidas, y otras cinco en el Luna Park. Espero que acá se replique”, dice de una obra que ya lleva vendidas 5.000 entradas.

De este despliegue que anima estimulantes ensambles, Diego Naser (director de la OSSODRE) destaca su “densa y compleja instrumentación con elementos de canto gregoriano”. Y aclara que la densidad responde a esa “cantidad de instrumentos sonando juntos que le dan cuerpo a la música, ya que cuanto más notas y duplicaciones, más denso” se vuelve el material sonoro. Para el director, lo central de esta puesta es la conjunción de todos los cuerpos escénicos (coro, ballet y orquesta), y si bien reconoce que para la OSSODRE esta obra no implica una gran dificultad técnica, el gran desafío se encuentra en la concertación: Carmina Burana es “difícil de concertar, y aunque técnicamente para cada uno de los instrumentistas no sea tan difícil, sí lo es para los cantantes, porque todo está fuera de su registro”. En definitiva, esta es una obra que se presenta como “un canto a la vida terrenal, con una concepción crítica de los estamentos sociales y eclesiásticos de la época”, ofreciendo un continuo de estampas que no deja de proyectarse hacia el futuro.

Programa

La temporada del BNS continuará en mayo con el regreso de La sílfide, una obra romántica por excelencia que en 1836 retomó el danés August Bournonville, y Noche francesa será la encargada, en junio, de la clausura de la gran exposición de Pablo Picasso en el Museo Nacional de Artes Visuales, reuniendo a dos grandes obras: Suite en blanc, de Serge Lifar, centrada en el virtuosismo técnico de la danza neoclásica, y El sombrero de tres picos, del legendario Léonide Massine, en la que se homenajea a la diversidad hispana y se presenta una sátira política que reivindica la manifestación popular: la trama presenta una serie de enredos amorosos entre un molinero, su pareja y un corregidor, ambientada en la España del siglo XVIII.

En julio volverá Cuentos de la selva, de Andrea Salazar, Martín Inthamoussú y Marina Sánchez, que escenifica tres clásicos relatos de Horacio Quiroga (“El loro pelado”, “La guerra de los yacarés” y “Las medias de los flamencos”) con música en vivo a cargo de la Orquesta Juvenil y el grupo Ruperto Rocanrol; en setiembre se reestrenará Onegin, del sudafricano John Cranko, y en diciembre se estrenará Manon, del conocido coreógrafo británico Kenneth McMillan (creador del ballet Romeo y Julieta, que en 1965 estrenaron Margot Fonteyn y Rudolf Nuréyev).