La iglesia católica divulgó la semana pasada un comunicado en el que enumera los “elementos fundamentales” que deberían tener en cuenta sus fieles a la hora de votar, entre los que se encuentran el rechazo al aborto y a la educación sexual. “Son sugerencias. Nosotros no pretendemos imponer cosas que sí o sí deberían evaluar los católicos. Toda la parte de la Biblia sobre amar a los pobres pueden obviarla. Si quieren votar a Edgardo Novick, pueden hacerlo”, aclaró de todas maneras monseñor Nicolás Cotugno.

Las críticas a la educación sexual continuaron ayer, cuando el obispo de Minas, Jaime Fuentes, cuestionó el hecho de que en los manuales de las escuelas “se enseña a niños de cinco años a masturbarse”. “No deberían imponerse esos libros a los católicos. No tiene sentido enseñar a masturbarse a niños de cinco caños que ya saben tener sexo gracias a los curas”, argumentó. El religioso propuso que “en lugar de gastar tiempo y dinero en educación sexual deberían enviar a todos los preescolares a las iglesias: en una solo encuentro sexual con un sacerdote van a aprender lo mismo que en 12 años leyendo esos manuales”. De todas maneras, Fuentes aclaró que los manuales que ya están impresos “no deberían destruirse ni nada de eso”. “La iglesia católica no se quedó en la Inquisición. Nosotros ya no quemamos libros ni cosas por el estilo. No somos salvajes. Una vez que los manuales, con la ayuda de Dios, sean sacados de circulación, pueden llevarse a las bibliotecas de las iglesias y de los seminarios, para que los curas puedan verlos todas las noches. Quedarse un rato mirando las imágenes de niños de cinco años masturbándose puede ser una experiencia muy didáctica para un sacerdote o aspirante a sacerdote, porque así aprende lo malo que puede ser este tipo de adoctrinamiento. Podría decirse que sería una forma de aprendizaje hasta placentera”.