Hoy se inaugurará uno de los grandes eventos artísticos del año, que no sólo se propone analizar el mundo desde el panorama del sur, sino además integrar al norte a esa perspectiva. La Segunda Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur se llevará a cabo en más de 20 países de manera simultánea (y en más de 100 sedes), de junio a octubre, con líneas curatoriales centradas en cuestiones de género, tránsitos y migraciones, modos de ver, memorias y olvidos, y arte y naturaleza.
Ayer, en el Museo Nacional de Artes Visuales se inauguró la exposición Ciclo video arte Bienalsur, enmarcada en el concepto de tránsito y migraciones, y una instalación sonora de la artista chilena Voluspa Jarpa. Hoy a las 18.00, en el Centro Cultural de España, habrá un conversatorio entre la historiadora y coordinadora general de Binealsur, Diana Wechsler y el español Diego del Pozo, cocurador junto a Sally Gutiérrez de la muestra Margen de error –que se inaugurará una hora después–, que “profundiza en el pasado” y el presente colonial de España, a partir de un abordaje crítico de relatos consolidados sobre el “descubrimiento y la colonización de América”, “tal como se refleja en los libros de texto escolares”.
También a las 19.00, pero en el Espacio de Arte Contemporáneo, se presentará Memorias urgentes, una “conmovedora muestra” creada a partir de temáticas afines, como los 7.000 apellidos mapuches que hoy sobreviven en Chile, el territorio charrúa-guaraní o el imaginario de las culturas originarias del noroeste argentino.
Cuando se presentó esta nueva edición de Bienalsur, el argentino Aníbal Jozami, quien, además de director de la bienal, es sociólogo (tuvo a su cargo las cátedras de Sociología Sistémica, Ciencias Políticas, Historia Social Argentina y Sociología de las Relaciones Internacionales, tanto de la Universidad de Buenos Aires como de otras facultades latinoamericanas) y rector –desde 1997– de la señera universidad pública bonaerense Tres de Febrero, planteó a la diaria que, en el norte, no se conoce ni la cultura ni el arte de los países del sur. “A partir de esto nos propusimos no dar vuelta el mapa, como hicieron [Joaquín] Torres García y, 30 años más tarde, [Nicolás] García Uriburu, sino tratar de invadir el norte con el arte y la cultura de nuestros países. Porque uno se puede cansar de visitar museos o bibliotecas europeas y estadounidenses sin encontrar obras artísticas o libros centrales de nuestros países”. Para el director, estos centros siempre contemplaron al arte del sur como un gueto, “a veces al costado de grandes exposiciones internacionales, como en el caso de la Bienal de Venecia, que dedicaba un pabellón latinoamericano al que iban los artistas de aquí”. Por eso, concibe a esta bienal como una herramienta de integración regional, y así aspira a un quiebre político. Cree que uno de los motivos que conspiran contra los procesos de integración entre los países es la falta de conocimiento cultural de uno en relación con el otro, algo que surge cuando “la mayoría de los países mira hacia el norte y no hacia el costado, y saben más de lo que sucede en Estados Unidos y en París que lo que pasa en el país de al lado”.
De este modo, 42 ciudades de una veintena de países contarán con exposiciones de más de 400 artistas y curadores de todos los continentes, motivados por una bienal que se propuso invertir la uniformizante lógica del mercado impuesta por los grandes centros de poder.