Traducido por la diaria por acuerdo con The Intercept.
En chats secretos, Deltan Dallagnol, coordinador de la operación Lava Jato, estuvo de acuerdo con la opinión de fiscales del Ministerio Público Federal de que Flávio Bolsonaro, hijo del presidente Jair Bolsonaro, mantenía un esquema de corrupción en su gabinete cuando fue diputado estadual en Río de Janeiro. Según los fiscales, el esquema, operado por el asesor Fabrício Queiroz, sería similar a otros escándalos en los que diputados estaduales fueron acusados de emplear a funcionarios fantasmas y quedarse con parte de ese salario como contrapartida.
Dallagnol dijo que Flávio Bolsonaro, hoy senador por el Partido Social Liberal (al que pertenece el presidente), “ciertamente” estaría implicado en el esquema. Sin embargo, mostró una preocupación: temía que Sérgio Moro no siguiera con la investigación por presiones políticas del entonces recién electo presidente y por su deseo de ser designado para integrar el Supremo Tribunal Federal (STF). Tal como presumía Dallagnol, hasta hoy no hay indicios de que Moro –que en la época de estas conversaciones ya había dejado la 13ª Sala Penal Federal de Curitiba y aceptado la invitación de Bolsonaro para asumir el Ministerio de Justicia– haya tomado alguna medida para investigar el esquema de funcionarios fantasmas que Flávio es acusado de mantener en sus vínculos con poderosas milicias de Río de Janeiro.
El escándalo en torno a Flávio, que venía dominando los titulares, desapareció de los medios en los últimos meses. La investigación, en las manos del Ministerio Público de Río de Janeiro, parece haber tomado un ritmo más lento que el esperado para un caso de esta gravedad. Moro tampoco dio señales de estar interesado en las ramificaciones federales del caso, como el supuesto préstamo de Queiroz para la primera dama Michelle Bolsonaro. Las pocas veces que respondió preguntas sobre la situación del hijo del presidente, repitió que “no hay nada concluyente sobre el caso Queiroz” y que el gobierno no pretende interferir en el trabajo de los investigadores.
En tanto, el caso volvió a los informativos el lunes 15 de julio, cuando el presidente del STF, José Antonio Días Toffoli, respondió afirmativamente a un pedido de Flávio Bolsonaro y suspendió las investigaciones porque sin orden judicial se obtuvieron datos del Consejo de Control de Actividades Financieras (Coaf), un órgano del Ministerio de Hacienda que monitorea las transacciones para prevenir crímenes de lavado de dinero.
El 8 de diciembre de 2018, Dallagnol escribió en un grupo de Telegram llamado “Filhos do Januário 3”, compuesto por fiscales de la Lava Jato, el link a un reportaje del sitio de noticias UOL sobre un depósito de 24.000 reales hecho por Queiroz en una cuenta a nombre de la primera dama Michelle Bolsonaro. Según el texto, la “transacción fue señalada como ‘atípica’ por el Coaf y anexada a una investigación del Ministerio Público Federal, en la Lava Jato”. “Queiroz transfirió 1.200.000 reales entre enero de 2016 y de 2017. El comunicado del Coaf no comprueba irregularidades, pero indica que los montos transferidos son incompatibles con el patrimonio y la actividad económica del ex asesor”, dice el artículo de UOL.
La noticia llevó a Dallagnol a pedir la opinión de sus colegas sobre las implicaciones del caso y sobre cómo sería la reacción de Moro. La fiscal Jerusa Viecilli, crítica de la aproximación de Moro al gobierno de Bolsonaro, respondió: “No digo nada… sólo observo”. Dallagnol manifestó serias preocupaciones con la forma en que el ministro de Justicia conduciría el caso, sugiriendo que el ex juez podría ser indulgente con Flávio, ya fuera por límites impuestos por el presidente o por su intención de no poner en riesgo su designación en el STF. “Sea como fuera, el presidente no va a sacar a su hijo. ¿Y si todo pasa antes de que se presente una vacante en el STF?”, escribió. Dallagnol agregó, refiriéndose al presidente: “Ahora, ¿cuánto va a impulsar el paquete de medidas anticorrupción de Moro si su propio hijo las va a sufrir?”.
La situación de Moro –cómo investigar un caso de corrupción que involucra a un hijo del presidente que lo designó en el cargo o, incluso, un caso de corrupción que implique al propio presidente y a sus familiares– llevó a Dallagnol a considerar la posibilidad de evitar entrevistas sobre los fueros por temor a preguntas sobre el caso de Flávio.
El mismo día en que el grupo habló sobre el caso Queiroz, Dallagnol conversó con Roberson Pozzobon, también fiscal en la operación Lava Jato, en un chat privado. Ellos ahondaron en la preocupación por las entrevistas en las que se podría abordar la situación de Flávio.
Al contrario de su usual ansia de hablar públicamente sobre otros casos de corrupción, Dallagnol dio a entender que dudaba de emitir una declaración con una condena más severa para Flávio por temor a las consecuencias políticas de desagradar al presidente, exactamente como sugirió que podía pasarle a Moro. Después de sugerir diferentes declaraciones que podrían dar sobre el caso, Dallagnol concluyó: “Sólo puede ser leído como guante blanco”. Pozzobon estuvo de acuerdo y dio su veredicto: “El silencio creo que es lo más elocuente en este caso”.
Un mes y medio después, el 21 de enero de 2019, en el grupo “Filhos do Januário 3”, Dallagnol dijo que había sido invitado por el programa Fantástico, de la red Globo, para dar una entrevista sobre fueros (la emisora prefirió no hacer comentarios sobre este asunto). El fiscal estaba ansioso por hablar del tema que la producción le dijo que iba a ser el foco de la conversación: las denuncias contra el diputado federal Paulo Pimenta, del Partido de los Trabajadores. Sin embargo, rechazó la invitación por temor a que tuviese que hablar también de los intentos de Flávio de usar los fueros para obstaculizar las investigaciones, aunque los hechos investigados hayan ocurrido cuando todavía era diputado estadual, antes de asumir como senador.
Dallagnol expresó su renuencia especulando que el riesgo de tener que tratar ese asunto era mayor que los eventuales beneficios de la entrevista. “No veo que tenga nada para ganar, porque la cuestión del foro está definida”, dijo en el grupo. Sus colegas estuvieron de acuerdo en que la mejor opción era rechazar la invitación de Fantástico para evitar una situación que pudiera ser perjudicial.
Otros cuestionamientos
Los diálogos forman parte de un paquete de mensajes que The Intercept comenzó a revelar el 9 de junio en una serie de artículos conocidos como Vaza Jato. Los archivos reúnen chats, fotos, audios y documentos de fiscales de la Lava Jato compartidos en varios grupos y chats privados de Telegram.
En otras conversaciones privadas, fiscales del Ministerio Público Federal también comentaron el escándalo en torno a Flávio y Queiroz. “No tengo dudas de que eso es un mensalinho [así se conocen en Brasil los esquemas diseñados para desviar dinero público mensualmente]”, escribió el fiscal regional Danilo Dias.
Una discusión se produjo el 11 de diciembre de 2018, cuando, en un grupo llamado “Winter is Coming”, la vicefiscal general de la República, Luiza Frischeisen, compartió una publicación del informativo Jornal Nacional (de la cadena Globo) sobre el caso de Flávio. El programa explicó que “el análisis del informe de la Coaf revela que la mayor parte de los depósitos en la cuenta del ex chofer de Flávio Bolsonaro coincide con las fechas de pago en la Asamblea Legislativa de Río” y que “el Coaf apuntó que Fabrício [Queiroz] tuvo transacciones sospechosas por 1.200.000 de reales durante un año”.
La vicefiscal recapituló el conocido esquema de corrupción y anticipó los siguientes pasos de la investigación: “Personas de la misma familia lo emplean. Hay depósitos de parte de los salarios de los empleados en el día de cobro, otros depósitos, resta saber quién hacía los retiros. Ahora viene el fin del secreto bancario. Vamos a esperar la investigación del Ministerio Público de Río de Janeiro sobre los asesores”. Frischeisen está en la lista de tres nombres armada por los integrantes del Ministerio Público Federal para sustituir a la fiscal general de Brasil, Raquel Dodge, cuyo mandato termina en setiembre.
Otra fiscal, Hayssa Kyrie Medeiros Jardim, explicó que el esquema armado por Flávio era “equivalente al descubierto en ‘Dama de Espadas’” y enseguida compartió un artículo de Tribuna do Norte publicado el 12 de noviembre de 2018 que revelaba el funcionamiento de un esquema similar en la Asamblea Legislativa de Río Grande del Norte. En el caso, una organización criminal formada por funcionarios y ex presidentes de la cámara hizo desvíos millonarios por medio de un esquema con trabajadores fantasma.
Frischeisen comparó el caso de Flávio con otro, también de Río de Janeiro, que involucra a la diputada estadual Lucia Helena Pinto de Barros, conocida como Lucinha, “acusada de desviar dinero público con la contratación de funcionarios fantasma”. Citando un comunicado del Ministerio Público de Río de Janeiro, la fiscal dijo que este “ya hizo una denuncia de un caso similar”, indicando que habría un precedente para una denuncia contra Flávio. A lo largo de la conversación, ninguno de los fiscales mostró su desacuerdo con la declaración enfática de que Flávio habría cometido un acto de corrupción.
Según la revista Veja, que tuvo acceso al documento que fundamentó el fin del secreto bancario de Flávio, el Ministerio Público de Río de Janeiro ve indicios de la práctica de los crímenes de peculado, lavado de dinero y organización criminal en el gabinete del entonces diputado. El caso sería, entonces, todavía más grave que los mencionados por los fiscales.
Un mes después, el 17 de enero, los asesores de prensa de Dallagnol, en un grupo de chat privado entre el fiscal y los profesionales, conversaron sobre una solicitud enviada por el entonces periodista de The Intercept Rafael Moro Martins (hoy editor de la publicación en Brasilia), en la que se pedía una posición oficial de Dallagnol sobre el caso de Flávio y Queiroz. En el mensaje, el periodista apuntó que el fiscal venía siendo “activo en las redes sociales en asuntos que no están vinculados con el trabajo de la Lava Jato y del Ministerio Público Federal”. Dallagnol comentó que reiteradamente en las redes sociales se le había solicitado una postura más contundente sobre el caso Queiroz: “Vi mucha pasada de factura en las redes sociales, pero pensé que eran sólo de trolls”. Sus asesores, en tanto, le respondieron: “Era previsible, sí”, “Esa pasada de factura no es sólo de trolls”, “Los periodistas también están atentos”.
Fue entonces que los asesores elogiaron a Dallagnol por su posicionamiento firme en el caso de Flávio. “Eso refuerza el apartidismo”, escribió uno de los asesores, que también criticó a Moro: “Hay que mencionar que las declaraciones de Moro sobre Queiroz fueron muy neutras; no hubo firmeza. Para mucha gente, pareció que Moro quería salir por la tangente”. En cambio, según una asesora, Dallagnol se mantuvo sin tomar partido.
La preocupación del asesor de Dallagnol sobre las motivaciones de Moro en el caso sobre Flávio fue mencionada en el chat en enero, un mes y poco después de que el propio fiscal debatiera el caso con sus colegas. En el chat, Dallagnol no dijo nada para responder las críticas y la aparente disposición de Moro –famoso por su severidad contra la corrupción– de proteger a Flávio. Esa conversación, en cambio, ocurrió cerca de dos meses después de que le dijera a la fiscal Janice Ascari, en un chat privado: “Sobre la ida de Moro al Ministerio de Justicia, tenemos una preocupación sobre futuras alegaciones de parcialidad […]. Tengo miedo del peso que eso pueda tener en la opinión pública”.
Moro ya fue cuestionado en varias ocasiones sobre su aparente apatía, no sólo ante la investigación por corrupción de Flávio, sino también ante otros escándalos en torno al gobierno de Bolsonaro, como las denuncias de que el Partido Social Liberal habría utilizado un esquema de desvíos en las elecciones de 2018. Al ser consultado sobre estos temas, Moro, en general, alega no tener control sobre la Policía Federal, como lo hizo nuevamente en una entrevista concedida al Correio Braziliense a comienzos de julio: “La Policía Federal está investigando los hechos y debe llegar a conclusiones. En la medida en que se hacen las diligencias, se está informando al presidente”.
La afirmación de Moro de que no tiene control sobre la Policía Federal –en respuesta a las críticas de que protegió a Bolsonaro y a su partido– debería ser vista con mucho escepticismo. Durante años, él también insistió en que no desempeñó ningún papel en las operaciones de la Lava Jato, algo que las informaciones publicadas por The Interecept, Folha de São Paulo y Veja han demostrado que es claramente falso.