La comida que llevan los chicos a la escuela no es un asunto menor, porque los hábitos alimenticios que desarrollan durante ese período de la vida los acompañarán durante muchos años. La pregunta que se hacen todas las mamis es ¿le puedo mandar a mis peques una lonchera con comida que sea rica y al mismo tiempo saludable? Desgraciadamente, se trata de la pregunta equivocada. La verdadera pregunta debería ser ¿cómo hago para evitar que a mi hijo no sólo le adoctrinen el cerebro, sino también el estómago? Porque no olvidemos que este gobierno primero prohibió ciertos tipos de comida en los centros de estudios y después mandó a los estudiantes gremialistas a colocar pasacalles contra la campaña Vivir sin Miedo. El próximo paso, indudablemente, será intentar llenar los pequeños cerebritos de los chicos con interminables listas de alimentos permitidos y prohibidos. Y por supuesto que todas las madres queremos que nuestros hijos coman sano, pero ¿qué pasa si un día les enseñan que la papaya venezolana o la yuca cubana es mejor que el membrillo criollo? Como siempre, la solución pasa por educar en el hogar para contrarrestar las aberraciones que les inculcan en las aulas.