Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Empezó 2020, y trae consigo muchas incertidumbres, entre otras cosas por la consabida distancia entre la teoría y la práctica.

Un caso es el de las futuras autoridades, por ejemplo en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), donde la referencia de lo que esperan los votantes de la “coalición multicolor” son los discursos de campaña y –en una proporción importante e indeseable– los relatos tergiversados y descalificantes que circularon, durante años, sobre las actividades de ese organismo.

Quienes van a hacerse cargo del Mides desde el 1º de marzo tendrán que cumplir con la promesa de que el ministro tenga su despacho en el barrio montevideano de Casavalle, y seguramente siguen convencidos de que esa secretaría de Estado puede y debe “utilizar mejor” sus recursos, pero los espera un proceso de adecuación a la realidad, y aún no están en condiciones de definir en detalle qué harán.

Las promesas electorales de la oposición surgieron, en buena medida, de observaciones realizadas desde fuera de las instituciones del Estado, y de postulados acerca de lo que debería ocurrir. Luego estos insumos fueron convertidos en consignas con lógica publicitaria, y así se distanciaron más de las realidades concretas, de su complejidad y de las dificultades para implementar cambios. Ahora que los integrantes del próximo gobierno afrontan la tarea de definir prioridades, planificar iniciativas y distribuir recursos, en la gestión global y en cada área, deben recorrer un camino en la dirección inversa, que termine considerando una cantidad mucho mayor de información, incluyendo la que se obtiene al conocer en profundidad las estructuras.

Esto no quiere decir que la inserción en las estructuras del Estado conduzca, necesariamente, a una relación óptima entre los propósitos teóricos y la respuesta a las demandas de la realidad. También puede suceder que, como decía el ex vicepresidente colorado Enrique Tarigo, el gobierno se trague al partido. La “estatización” de la izquierda y su distanciamiento del territorio es uno de los puntos que plantea Enrique Rubio, senador electo de la Vertiente Artiguista, al analizar los motivos por los que el Frente Amplio perdió, en las elecciones del año pasado, la mayoría parlamentaria y el gobierno nacional.

Desde otro punto de vista, alude a la misma cuestión Pedro Irigoin, diputado electo del Movimiento de Participación Popular, cuando afirma que la elección se perdió “durante los últimos cinco años” y que “el gobierno tuvo sus responsabilidades”. También cuando sostiene que, si bien es muy válido reivindicar determinados logros, quizá se les dio en la campaña una relevancia que no les asignaba “la gente” en general.

La emergencia nacional por la violencia de género, declarada el lunes por el presidente Tabaré Vázquez, también señala distancias entre los enunciados genéricos y las realidades. Nadie salió a negar la gravedad del problema, pero tanto el presidente electo, Luis Lacalle Pou, como portavoces de colectivos feministas opinaron que falta un nivel mayor de concreción, y que este requiere, a su vez, la asignación de recursos.

Hasta mañana.