El domingo, un productor sojero del departamento de Soriano amaneció con la sorpresa de que un polvo blanco había cubierto sus plantaciones. Tras enviar la sustancia a un laboratorio, descubrió que se trataba de cocaína. Investigaciones posteriores permitieron establecer que la droga había sido diseminada desde una avioneta fumigadora que supuestamente debía arrojar glifosato. “Me confundí. Estaba seguro de que había tirado el pesticida. Cuando me dijeron lo que había hecho, me quería morir”, contó el piloto de la aeronave. El hombre se justificó con el argumento de que estaba “agotado” por tener dos trabajos. “El auge de la soja hace que tenga cada vez más trabajo como fumigador, y el auge de los cargamentos de merca hace que tenga cada vez más trabajo como piloto de narcos. Al final la cabeza no te da y te mandás cagadas”, argumentó.

El piloto contó que hace unos meses protagonizó un incidente de características similares. “Tenía que tirar 50 kilos de merca en un campo, y en lugar de eso tiré unos bidones de glifosato. Los tipos que estaban esperando el cargamento ni se fijaron qué había dentro de los bidones y los mandaron a Europa vía África. Cuando los narcos de allá vieron lo que habían mandando casi se mueren. Fue un plato, aunque la historia no tuvo un final feliz, porque a los dueños de la estancia los mataron. Yo zafé, por suerte, pero esta vez no sé si me salvo, así que por las dudas me voy a vivir la selva brasileña”.