La semana pasada leí una noticia que me llamó la atención: la construcción del primer museo de arte latinoamericano en Uruguay. Relevé varios medios de prensa para interiorizarme sobre esta propuesta impulsada por Pablo Atchugarry, que tendrá como principal objetivo exponer la colección privada que ha ido formando. Con una gran presencia de personalidades políticas, el sábado 5 de enero se colocó la piedra fundamental del gran edificio de 1.600 metros cuadrados que albergará al futuro museo. Diseñado por el destacado arquitecto Carlos Ott, esta obra se pretende inaugurar en menos de un año. Al leer información sobre el proyecto, me sorprendí al encontrar similitudes entre los objetivos del futuro museo y el contenido de un libro que estoy leyendo, titulado Museología crítica, escrito por el arqueólogo Joan Santacana Mestre y el historiador Francesc Xavier Hernández, y publicado en 2006. Estos dos académicos catalanes analizan esta corriente museológica por medio de una serie de ejemplos sobre la situación museística europea –especialmente la española–, haciendo énfasis en proyectos ejecutados en la década de 1990, destacando aciertos, errores y horrores en la gestión patrimonial.
En primer lugar, comprobé que los artículos periodísticos hacían referencia a los objetivos del futuro museo y a la construcción del edificio. La noticia del fin de semana era el inicio de la construcción del museo; por tal motivo es lógico que los detalles hagan alusión a esos temas. A su vez, Atchugarry y Ott son profesionales con largas trayectorias en sus rubros laborales. Por tal motivo, la propuesta de un emprendimiento en común ya es noticia por sí misma. Sin embargo, mi mirada profesional me hizo detenerme en varios temas. Para hacer más amenas estas reflexiones, compararé citas textuales del libro y de los artículos de prensa.
Edificio + obras de arte ≠ museo + guion
Quisiera arrancar reflexionando sobre la gestión del futuro y muy próximo museo. Según El Observador, citando a Atchugarry: “[...] la nueva Institución tendrá una administración independiente [en relación al Parque de Esculturas y la Fundación Atchugarry] con un director a la cabeza que aún está sin confirmar”. Sumo también esta frase: “Pablo Atchugarry contó que desde hace unos meses afinan detalles con distintos técnicos en torno a las instalaciones eléctricas, las estructuras y el aire acondicionado”. Sobre este punto, Santacana y Hernández dicen que “los museos en particular adolecen de un síndrome que es el del ‘corte de la cinta’, y que significa en particular que nadie ha previsto el mantenimiento o la vialidad del conjunto. No se ha previsto el personal técnico adecuado, las garantías de funcionamiento...”. Aunque los artículos periodísticos comentan sobre la intención de generar intercambios y movilidad de obras, construir un espacio para incentivar la creación artística, y potenciar el turismo cultural, no hay comentarios relacionados con los aspectos museísticos. No se menciona quiénes llevarán a cabo las tareas de museología y museografía para exhibir las obras de arte, que tienen valor por sí mismas pero no conforman una exposición. Todo objeto de museo que se expone en una sala o vitrina tiene que ser contextualizado, ya que, de lo contrario, la información que brinda sólo podrá ser apreciada por unas pocas personas eruditas en el tema. Como dice Santacana y Hernández, “la colección no es otra cosa que la base material, los elementos y permiten construir el guion”.
Como sucede en muchos casos, la propuesta museística no va acompasada con el diseño arquitectónico. Estas dos tareas se deben hacer en paralelo al planificar un museo de nueva planta.
Como sucede en muchos casos, la propuesta museística no va acompasada con el diseño arquitectónico. Estas dos tareas se deben realizar en paralelo al planificar un museo de nueva planta, además de tener en cuenta otras funciones imprescindibles, como la conservación preventiva, la restauración, la seguridad, la educación y acción cultural, los almacenes, etcétera. Por otra parte, se debe contactar con especialistas en la materia, además de asegurar su participación laboral para el buen desarrollo del museo.
Diseñar ideas
Al escribir sobre la situación de los museos españoles de la década de 1990, Santacana y Hernández hacen mención a varios elementos en común: “cierto provincialismo en muchas de las apuestas museográficas”; la “megalomanía al momento de planificar proyectos culturales y museísticos”; y la “creación mediante efecto mimético, copiando ejemplos de Europa”. Según los autores, al momento de planificar museos –especialmente de arte contemporáneo– se repiten fórmulas sin contemplar aspectos locales o particulares de cada lugar. Esto da lugar a museos muy parecidos entre sí, con los mismos artistas, arquitecturas similares, actividades poco originales.
Aunque en Uruguay no existe un museo de arte latinoamericano, hay varios destinados al arte y a la pintura. Sin embargo, hay que reflexionar sobre ciertos puntos importantes. En Uruguay hay más de 200 museos en todo el país, pero se siguen creando nuevos espacios. Como dicen Santacana y Hernández, la mayoría de los museos y espacios patrimoniales están “condenados” a ingresar en la gestión de la “cultura subvencionada” por el Estado, ya que no pueden autofinanciarse. Al tratarse de una propuesta privada, considero que los impulsores tienen cierta “libertad” para ejecutar este proyecto, ya que se hará con fondos propios. Sin embargo, un emprendimiento de este tipo requerirá financiamiento estable para su gestión y mantenimiento. Mi incógnita aquí es la siguiente: tarde o temprano, ¿será necesario el apoyo del gobierno nacional o departamental? En este caso, el museo ya dejaría de ser puramente privado. Entonces comenzará a participar en la “lucha de intereses” por las “exiguas dotaciones” presupuestarias que se destinan al patrimonio y la cultura museística en nuestro país. Aunque duela, esta crítica es real.
El objetivo de este artículo no es enjuiciar este proyecto, pero como profesional de museos tengo la obligación de reflexionar sobre los diferentes proyectos o acontecimientos que suceden, buscando aportar miradas y comentarios constructivos. Creo que es muy importante que se desarrollen nuevas propuestas culturales, artísticas y educativas, ya que en la mayoría de los casos tienen elementos positivos. En primer lugar, destaco la inversión de capital monetario privado que se destinará a la cultura y que no será utilizada en otros fines. La construcción del nuevo museo será importante para el rubro de la construcción, ya que se generarán puestos de trabajo. Por otra parte, estos espacios museísticos y artísticos son importantes para exhibir los trabajos de diversos artistas, pero son imprescindibles para conservar las obras de arte. De esta forma se logrará mantener el patrimonio pictórico en nuestro país, acrecentando el acervo con obras de artistas extranjeros. Destaco también otros aspectos importantes, como el hecho de que la entrada al museo sea gratuita, o la relación entre arte y naturaleza con la que está enfocada esta propuesta. También me parece fundamental que se planifiquen iniciativas fuera de la capital, promoviendo la descentralización en diferentes puntos del país. Sin embargo, como dije anteriormente, me preocupan algunas cuestiones. Si bien los impulsores dicen que “lo importante es que no falte nada, que esté todo lo que sea necesario y que sea de calidad”, a poco menos de un año de cortar la cinta, veo algunas falencias muy importantes. Para que estos nuevos museos sean “auténticas apuestas por la introducción de aire fresco en el sistema museístico”, se deben de planificar como espacios integrales, estableciendo nexos con propuestas locales similares, con el aporte interdisciplinar de diferentes profesionales, pensando a su vez en el factor social y humano. De lo contrario, los nuevos museos del siglo XXI seguirán siendo espacios disfrutados por pequeños grupos de especialistas en las temáticas, y serán visitados en forma pasiva por el público en general, como simple novedad o aprovechando los días lluviosos cuando no se puede ir la playa.
Martín Varela Umpiérrez es museólogo y fotógrafo.