Cerca de Nápoles, en Castel Volturno, opera una red de tráfico de personas. El fotógrafo Alessio Paduano retrató a las migrantes nigerianas que deben buscarse la vida al borde de la carretera y en prostíbulos llamados “casas de conexión”.
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El Municipio de Castel Volturno, en Italia, es el destino de migrantes nigerianas que dejan su país por una promesa de trabajo. Una vez allí, son obligadas a prostituirse para pagarles a los traficantes una deuda que puede llegar a decenas de miles de euros. El fotógrafo Alessio Paduano retrató a estas mujeres en las carreteras y en las “casas de conexión”, donde viven y son explotadas.
Cada año, mujeres nigerianas llegan a Italia con la promesa de un trabajo legal, pero son reducidas a la esclavitud y forzadas a ejercer la prostitución. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, el número de víctimas potenciales de tráfico para la explotación sexual en Italia aumentó 600% en 2017. De 2014 a 2016, el número de mujeres y niñas nigerianas que eran probables víctimas de explotación sexual en Europa pasó de 1.454 a 11.009. El fenómeno involucra a más y más mujeres que sufren violencia y abuso incluso durante el viaje. Una vez que llegan a su destino, docenas de clientes están listos para pagar unos pocos euros, aunque lo más probable es que sean conscientes de que las chicas son explotadas sexualmente. En Italia, las migrantes viven y trabajan en las llamadas casas de conexión, apartamentos privados que funcionan como restaurantes, lugares de reunión y prostíbulos, que generalmente son administrados por “madamas”, ex prostitutas.
La mayoría de las mujeres que dejan Nigeria al final de su viaje llegan a Castel Volturno, una ciudad en el sur de Italia donde más de la mitad de la población está formada por inmigrantes irregulares. Una vez en Europa, las jóvenes nigerianas son explotadas sexualmente para pagar una deuda que puede alcanzar los 50.000 euros. Reducidas a la esclavitud, las mujeres tienen que trabajar a veces hasta 20 horas por día en cruces de autopistas y en cualquier condición climática.
En muchos casos las mujeres se endeudaron para pagar el viaje al exterior. A ese compromiso, además, sacerdotes locales de Nigeria le daban un contenido religioso mediante rituales. Ese tipo de ceremonia fue eliminada por Ewuare II, monarca de Benin (ciudad del estado de Edo, Nigeria) y máxima autoridad religiosa local, con una declaración contra cualquiera que promoviera la migración ilegal. “A partir de este momento todos los que han vivido con miedo y con la obligación de pagar una enorme deuda para respetar el juramento pueden sentirse libres de este miedo, porque se cancela cualquier forma de juramento”, declaró el oba Ewuare II.
A pesar de este cambio histórico, la trata de personas y la explotación sexual no fueron interrumpidas.
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