El aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio se concretó recién el lunes, a pesar de que desde hace varios meses expertos en salud y deportistas alertaban sobre la imposibilidad de celebrar el evento en julio y agosto de este año. La decisión se demoró tanto que, al momento de tomarla, ya había tenido lugar la tradicional ceremonia del encendido de la llama olímpica y esta estaba en manos de un atleta. “Es una situación inédita y realmente no sabemos qué hacer. Por un lado, no podemos permitir que se apague la llama, porque sería un golpe demasiado grande a la tradición y al espíritu de los Juegos. Pero, por otro lado, ordenarle a este atleta que siga corriendo durante un año con la llama en sus manos sería un poco desconsiderado”, declaró un alto directivo del Comité Olímpico Internacional (COI).

El deportista en cuestión pidió permiso para dejar la llama en su casa durante un año hasta que llegue el momento de entregársela a su relevo, con el compromiso de portarla todo el tiempo. “Sería muy incómodo, pero por lo menos voy a poder estar en mi casa y no corriendo por ahí”, declaró el atleta. Sin embargo, esta solución genera reparos. “No podemos permitir que la llama olímpica esté durante un año en una casa particular, en donde puede ser usada para encender un cigarrillo o preparar un huevo duro. Sería una falta de respeto para todos los deportistas que alguna vez participaron en los Juegos Olímpicos”, opinó otro directivo del COI.