Laureano (semiconductor de taxis): “Yo espero que algunas cosas no vuelvan a ser como antes, porque el distanciamiento social tiene algunas cosas buenas. Los besos entre hombres, por ejemplo, que antes no existían, por mí que los prohíban. Porque cuando los hombres empezaron a besarse, si alguien decía que era cosa de gais, lo tildaban de intolerante, pero así como quien no quiere la cosa, los homosexuales fueron copando todo. Con dos años de distanciamiento social se termina el casamiento gay”.

Flavio (auxiliar incontable): “Sólo pido que no quede todo lleno de bichos, como ahora, porque lo último que quiero en este mundo es encontrarme con un lobo marino en el jardín cuando salgo a tomar sol. Me gustaría que se lleven a todos los animales de vuelta a la jungla, incluidos los mosquitos y las cucarachas, que no sé por qué los trajeron en un primer lugar. Es como lo de los plátanos, me gustaría poder viajar en el tiempo para darle una patada en el culo al genio que tuvo la idea”.

Carlina (maratonista de cercanías): “Me gustaría que el tapabocas se quede, porque me estoy ahorrando pila de tiempo al no tener que pintarme los labios. De hecho me vendría bien que obliguen a usar algo que cubra la cabeza, así no tengo que alisarme los rulos. Y ni te digo los guantes. Pintarme las uñas es una de las cosas que más me aburren en el mundo. Espero que el futuro sea así, porque mis posibilidades de conseguir un cargo permanente en la base Artigas de la Antártida no son muy buenas”.