Ludmila (analfabeta en consonantes): “Estoy segura de que atrás de todo esto está la gente del interior, que viene a Montevideo trayendo otras costumbres, como no usar casco de moto o practicar el incesto. Son personas que tienen valores diferentes a los nuestros. Ojo, yo no me opongo a que convivan con nosotros, pero siempre y cuando adopten nuestros valores. Habría que ver qué tanto saben sobre las plazas de 18 de Julio antes que permitirles instalarse”.

Oliverio (pitoniso con mala puntería): “Me parece fantástico que se hagan, porque muchas de las grandes corrientes artísticas del último siglo surgieron en el underground. Por ahí aumenta el número de contagios y de muertes y nos hundimos en una crisis económica sin precedentes con costos económicos y humanos altísimos. Pero, por otro lado, van a surgir grandes artistas. Hay que promover estas fiestas, por el bien de la cultura. Si no, al final, la cultura siempre es el último orejón del tarro”.

Carmina (cocinera de asambleas): “Esas fiestas son paraíso para cualquier liberal como yo: la gente va a donde quiere desafiando al Estado, no paga impuestos y no hay que hacer trámites engorrosos para obtener las habilitaciones. Por ahí si hay un incendio y se queman vivas cientos de personas las fiestas se pueden transformar en un argumento a favor de los controles del gobierno. Pero no sé, tendríamos que tener mucha mala suerte para que eso pase. Por ahora las apoyo”.