Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El Congreso del Frente Amplio (FA) comenzó a cerrar el fin de semana un período complejo, después de la derrota electoral de 2019, y a plantearse formalmente tareas para los próximos años. Más allá de los extensos documentos, las respuestas sobre qué intentará mejorar y cómo tratará de hacerlo dependerán mucho de dos acontecimientos futuros: la elección de presidente en diciembre y, el año que viene, el referéndum contra 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración.

La parte del debate interno referida a la autocrítica fue el aspecto más difundido, aunque el Congreso no se centró sólo en él, como es lógico (porque no se trataba de un velorio ni de un gran ajuste de cuentas). Los resultados en este terreno, que no son nada fáciles de resumir, muestran a la vez fortalezas y debilidades del FA.

Por un lado, se trata de la mayor fuerza política del país, y cuenta con múltiples estructuras, sectoriales y comunes, que aportaron una gran riqueza de observaciones y puntos de vista. Por otro, está en pleno proceso de recambio de sus liderazgos y su conducción colectiva, sin que haya surgido todavía una nueva síntesis.

El resultado de ambas cosas es que “la autocrítica” suma una gran cantidad de posiciones con diverso grado de elaboración, que no son necesariamente contradictorias pero a las que les falta, por el momento, un hilo conductor que integre la consideración de los problemas. Esto condiciona, como es lógico, la parte referida a la estrategia futura, que contiene algunos planteamientos muy generales y no establece prioridades para la resolución de esos problemas.

Ya hay un común denominador en lo que tiene que ver, por ejemplo, con la necesidad de articular alianzas mucho más amplias y dinámicas, de mejorar la comunicación interna y hacia el conjunto de la ciudadanía (en lo que se asume como una “batalla cultural”), y de fortalecer en particular la acción política permanente fuera de Montevideo.

Sin embargo, están apenas esbozadas otras cuestiones relevantes, en las que probablemente no hay acuerdos. Entre ellas, las que tienen que ver con las estructuras internas y su funcionamiento. Se insiste en que hay que fortalecerlas, aumentar su interacción con la sociedad e integrar en ellas, particularmente, a los jóvenes, pero no está nada claro en qué medida se asume la necesidad de cambiarlas para avanzar hacia esas metas.

Cuando se definan la presidencia y la “plana mayor” con la que se vinculará, los grandes lineamientos estratégicos pueden desembocar en acuerdos sobre planes, objetivos y procedimientos. A su vez, esto tendrá características muy distintas según cuál sea el resultado del referéndum, que determinará en gran medida el escenario político futuro, tanto en el eje oficialismo-oposición como dentro de cada uno de esos bloques.

Antes, el éxito de la campaña de recolección de firmas determinó, en gran medida, el escenario político actual, cómo llegó el FA a este congreso, y el hecho de que uno de los acuerdos básicos sobre la autocrítica sea reconocer un distanciamiento inconveniente de las organizaciones sociales, cuya potencia incidió, sin duda, para que el referéndum esté en el centro de la agenda.

Hasta mañana.