Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Argentina y Brasil acordaron proponer que el arancel externo común (AEC) del Mercosur disminuya 10% para algunos productos. Algo es algo, pero se podría decir que, como escribió Horacio hace más de 20 siglos, el anunciado parto de los montes produjo “un ridículo ratón”, ya que la reducción sería, para los casos estándar, de 13,5% a 12,25%. Sin embargo, el acuerdo es muy significativo en varios sentidos.

Para empezar, indica que los dos socios mayores, después de mostrarse los dientes, negociaron para seguir adelante con el bloque. En segundo lugar, no va a cambiar demasiado, y esto debe leerse como un freno a las posiciones más liberales y aperturistas en el gobierno brasileño, representadas por el ministro de Economía, Paulo Guedes (quien había defendido la reducción del AEC a la mitad).

El presidente argentino, Alberto Fernández, manejó desde el inicio la posibilidad de una disminución que mantuviera protecciones a “los sectores más sensibles”: exactamente lo que se anunció ahora. Se supone que cada integrante del Mercosur podría disponer rebajas más significativas para el ingreso de algunos productos a su territorio, pero esto seguramente quedará acotado por la cuestión de los “sectores sensibles”.

Parece obvio que, en la actual coyuntura preelectoral de Brasil, no hay ambiente para tomar decisiones que afecten mucho los intereses de la poderosa industria local. Guedes dice ahora que este acuerdo debe ser “un movimiento inicial”, pero suena como una mera expresión de deseo.

Si el resultado en octubre del año que viene favoreciera, contra todos los pronósticos actuales, a los sectores con los que el ministro está alineado, el forcejeo podría reanudarse, pero no da la impresión de que Jair Bolsonaro vaya a estar en condiciones de avanzar más en esta dirección durante el año de mandato que le queda.

Entre los significados del entendimiento hay uno que, aunque pueda ser secundario y previsible para los gobiernos de Argentina y Brasil, afecta muy claramente al de Uruguay.

Cuando el presidente Luis Lacalle Pou planteó ante sus pares del Mercosur el reclamo de “flexibilizarlo”, permitiendo acuerdos comerciales bilaterales por fuera del bloque, el relato oficial aquí fue que contaba con apoyo brasileño. Luego, la reunión de la ministra Azucena Arbeleche con Guedes, poco antes de que Lacalle Pou anunciara la búsqueda de un tratado de libre comercio con China, fue presentada como una especie de aval a esa iniciativa.

Ya en aquel momento se podía sospechar que Brasil mandaba a Uruguay al frente, para presionar a Argentina con el amague de aceptar la “flexibilización”, sin cambiar su prioridad relacionada con el AEC. Hoy aquella sospecha se ve muy fortalecida.

Lacalle Pou dice que “al mismo tiempo que la baja del AEC debería presentarse la flexibilización del bloque, [...] las dos cosas al mismo tiempo”, pero la declaración conjunta de Brasil y Argentina ni menciona la flexibilización.

El venezolano Alberto Arvelo Torrealba publicó en 1940 “Florentino y el diablo”, un extenso poema rico en proverbios populares. Entre ellos, el que dice “Una cosa piensa el burro y otra el que arriba lo arrea”.

Hasta mañana.