Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El Frente Amplio (FA) tiene sus particularidades. Algunas le valen ser referencia y objeto de estudio a nivel internacional, y otras pueden resultar desconcertantes. Entre las segundas está, por lo general, el modo en que procesa sus elecciones internas, y la campaña para las que se realizarán en diciembre no parece ser una excepción.

Ayer se constituyó un comando de campaña frenteamplista que coordinará en forma simultánea dos tipos de actividades: por un lado, las presentaciones públicas de Gonzalo Civila, Ivonne Passada y Fernando Pereira como aspirantes a la presidencia de la fuerza política; por otro, las de todo el FA para el referéndum contra 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC).

Es singular que las dos cosas se encaren como una sola, y lo es aún más que la competencia entre tres candidaturas tenga una conducción unificada.

No cabe duda de que el principal objetivo del FA hasta mediados del año que viene será el referéndum, y tiene asidero el deseo de que todas sus movilizaciones sean funcionales en tal sentido. Sin embargo, esto no significa que sea necesario formar un solo comando; bastaría quizá con que los equipos de Pereira, Passada y Civila se mantuvieran en contacto con otro, central, a cargo de la campaña para el referéndum, a fin de no superponer actividades y coordinar discursos sobre la LUC.

Así, además, no se distraería la atención de quienes se ocupen del referéndum con otros temas, propios del FA, que lógicamente tendrán relieve en las campañas por su presidencia.

La idea de que esas tres campañas tengan un solo organismo de referencia parece vincularse con dificultades para asumir públicamente que se trata de una competencia, en la que cada aspirante tratará de mostrar que sus ideas, planes y características personales conforman la mejor de las opciones.

No es la primera vez que el FA aborda de tal modo una campaña interna, y parece probable que esto tenga que ver, ante todo, con el modo en que se la quiere presentar ante los potenciales votantes y el resto de la población.

Los argumentos más habituales para justificar esta manera de competir, sin que parezca que hay competencia, se refieren a que el FA mantiene un programa único, apuesta a la unidad en la diversidad y cultiva la fraternidad. Más allá de que cabe discutir si todo eso, tan loable, se verifica siempre, la cuestión es que la elección de presidente de la fuerza política (o la de la candidatura a la presidencia de la República) no es solamente un proceso de reflexión colectiva para elegir a la persona más adecuada ni se desarrolla sin posiciones encontradas sobre asuntos relevantes.

Hay corrientes internas, opiniones y prioridades distintas, proyectos sin consenso previo y también aspiraciones personales de conducción, que no necesariamente son el resultado de ambiciones indebidas. Pueden surgir, simplemente, de la convicción sobre lo que hay que hacer, la confianza en la capacidad personal de lograrlo y la legitima desconfianza en que otras personas tengan la misma capacidad.

La competencia existe, y quienes compiten lo saben. Quizá sería más maduro y sano que no consideraran necesario disimularlo.

Hasta mañana.