Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer se realizaron las elecciones de representantes de activos, pasivos y empresas en el directorio del Banco de Previsión Social. En lo previo la novedad principal fue que el movimiento Un Solo Uruguay (USU) decidió presentar candidatos para los tres cargos, pero también era la primera elección tras el cambio de gobierno nacional y, como en otros casos recientes, esto politizó más que de costumbre las decisiones en una “elección social”. Considerando estos datos de contexto y la comparación con las elecciones anteriores, realizadas en 2016, se pueden ensayar algunas líneas de interpretación de los resultados.

Hace cuatro años, en “activos” (que sería mejor llamar “empleados”) también se habían enfrentado las listas 11 y 16, con los mismos candidatos: Ramón Ruiz y Jorge Lisboa, y también había ganado Ruiz. Aquella fue la primera elección con competencia por la representación, pero en 2016 Lisboa, militante del Partido Nacional que trabajaba con el diputado Gerardo Amarilla, fue postulado por la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay, surgida al margen del PIT-CNT, y ahora se presentó como candidato de USU. Es probable que esto haya potenciado el efecto de polarización, al que se puede atribuir la importante disminución de la cantidad de votos en blanco y anulados, que cayó en el entorno de 20 puntos porcentuales, al tiempo que aumentaban tanto los votos de la 11 como los de la 16 en proporciones similares del total.

Entre los “pasivos” (que sería mejor llamar jubilados y pensionistas), la lista 1, que representa a la Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay (Onajpu), volvió a postular a Sixto Amaro y volvió a ganar, con una pequeña disminución en términos porcentuales. En 2016 había competido con la lista 2, que se volvió a presentar cambiando de candidato y cuya votación decreció mucho. La lista de USU tuvo un apoyo importante, y su suma con la 2 fue bastante mayor que la votación de esta en 2016, aunque de todos modos resultó menor que la de la lista 1. Como en “activos”, y probablemente por el mismo efecto de polarización, la proporción de votos en blanco y anulados disminuyó.

En “empresas”, la lista de USU superó a la 22, que tradicionalmente era la única que se presentaba y representa a la gran mayoría de las cámaras empresariales, incluyendo a las más poderosas. Ahora ingresará a un organismo estatal una corriente de radical discurso antiestatista.

En esta competencia también disminuyeron mucho los votos en blanco y anulados, pero el significado de estos probablemente no fue el mismo. Si tenemos en cuenta que los votos a la 22, en blanco y anulados fueron, juntos, más que los recibidos por USU, y recordamos que “empresas” incluye a pequeños empresarios y unipersonales, cabe pensar que cierta cantidad de personas puede haber sentido más rechazo hacia USU que hacia la 22, pero que no por eso decidió apoyar a esta última. En qué medida ocurrió tal cosa y qué incidencia tuvo en el resultado es difícil de estimar. Lo cierto es que la polarización de la campaña se extenderá a los debates en el directorio, donde de todos modos el oficialismo mantendrá su mayoría.

Hasta mañana.