Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El comité ejecutivo montevideano del Partido Colorado presentó ayer un “gabinete en la sombra” para realizar el seguimiento, en cada área, de la gestión del gobierno departamental encabezado por Carolina Cosse. La iniciativa es importante, aunque el nombre sea un error.

“Gabinete en las sombras” es una mala traducción. La expresión se origina en los sistemas de gobierno parlamentaristas al estilo de Reino Unido, donde es tradicional que los ministerios sean asignados a personas elegidas para integrar el Poder Legislativo, ante el que comparecen regularmente para informar sobre su gestión. La oposición asigna el seguimiento de cada ministerio a un integrante de su bancada, quien actúa como interpelante en esas comparecencias, plantea iniciativas, es portavoz en el área de su especialidad y se perfila como eventual reemplazante.

Es como si cada ministro tuviera una sombra (del mismo modo en que el líder formal de la oposición es la sombra del jefe de gobierno), y en Reino Unido la reunión de esos referentes opositores se llama shadow cabinet, “gabinete sombra”. Esto no tiene nada que ver con las connotaciones de decir que está “en las sombras”, como si se tratara de un poder oculto, clandestino o incluso tenebroso.

En Uruguay este tipo de organización opositora no ha sido viable, por motivos que van más allá de las diferencias de sistema. La designación de la mayor parte del Consejo de Ministros viene después de la elección presidencial, cuando las votaciones están a la vista y cotizan el peso que tendrá cada partido y sector en los siguientes cinco años. Habitualmente hay, en cada área, varias figuras que aspiran al papel de referentes opositores, y no es frecuente el consenso para reconocerle más jerarquía a una de ellas.

Lo mismo ha sucedido en la escala de los gobiernos departamentales, en que los “gabinetes sombra” son aún más difíciles de formar. La tarea de integrar una Junta Departamental ha sido históricamente subestimada, desde el punto de vista formal es honoraria y en la mayoría de los casos corresponde a la primera etapa de las carreras políticas. Por lo tanto, es raro que quienes se han desempeñado sólo como ediles tengan prioridad a la hora de integrar un gabinete de gobierno departamental, y aún más raro que especialistas de peso en algún área se avengan a trabajar como sus asesores.

En este sentido, la iniciativa colorada es elogiable, porque valoriza ese nivel de gobierno y porque lo hace en Montevideo, donde, desde que Tabaré Vázquez fue elegido intendente hace ya 32 años, los opositores han oscilado por lo general entre la resignación y la improvisación.

El Partido Nacional ya había emprendido un camino parecido en Montevideo, hace ocho meses, con la creación del Centro de Estudios Metropolitano, una iniciativa de la excandidata a la intendencia Laura Raffo, quien se presentó en 2020 bajo el lema del Partido Independiente y en nombre de toda la “coalición multicolor”, pero rápidamente capitalizó esa figuración para proyectarse como dirigente partidaria. Los colorados, que ejercieron el gobierno departamental montevideano durante la mayor parte de la historia uruguaya, no quisieron quedarse demasiado atrás.

Hasta el lunes.