Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En los cortos plazos del día a día, no cabe duda de que la llegada a Uruguay de las primeras dosis de vacunas contra la covid-19 es hoy la noticia de mayor impacto. Entre otras cosas, porque mantienen tendencias al ascenso la cantidad de casos diarios, el total de activos y la proporción de diagnósticos positivos en el total de testeos (felizmente, al mismo tiempo disminuye la cantidad de personas en cuidados intensivos). Pero si levantamos un poco la vista, quizá no sea la noticia más importante.

Desde el Poder Ejecutivo se alega que no es relevante el hecho de que Uruguay sea el último país de la región en recibir vacunas, y que importa mucho más la posibilidad cierta de que las metas de inmunización se alcancen antes que en países que comenzaron primero. Es cierto, aunque cabe señalar que si hubiéramos empezado antes, también se adelantaría el cumplimiento de esas metas. En todo caso, lo indiscutible es que hay que considerar los procesos en términos estratégicos. Pero no sólo el proceso de vacunación.

Sigue planteada la gran cuestión de los impactos económicos y sociales acumulados, y la de las medidas estatales para reducir daños, que pese a las autojustificaciones oficiales están, obviamente, por debajo de lo habitual en el contexto mundial y regional. Estos problemas nos seguirán acompañando mucho después de que se haya vacunado la última persona que quiera hacerlo en Uruguay, del mismo modo en que todavía nos acompañan secuelas de los errores cometidos en la salida de la crisis de 2002.

Levantando la mirada, es fácil comprender que los debates en curso sobre la reforma del sistema de seguridad social deben ser especialmente cuidadosos, porque no se trata sólo de evitar los riesgos de corto plazo en materia de ingresos y egresos, sino también de aprovechar plenamente las oportunidades de una revisión integral. Un seminario realizado ayer destacó la importancia de la brecha de género en este terreno. La desigualdad de ingresos y el trabajo no remunerado (incluyendo la sobrecarga en las tareas de cuidados) perjudican a las mujeres a la hora de acceder a una jubilación. Hay diversas propuestas para compensar tales diferencias, y ahora es el momento de pensar bien el asunto.

Modificar una evidente brecha de género está entre los objetivos estratégicos del Sistema Nacional Integrado de Cuidados, pero hay fuertes indicios de que el avance hacia esa meta se ha pospuesto por tiempo indeterminado, en el marco del afán oficialista por reducir los desembolsos estatales y de una concepción bastante primitiva de las políticas sociales. Numerosas organizaciones señalan que el acceso a asistentes personales está frenado, sin que las autoridades hayan dado una explicación al respecto. Esto involucra el cumplimiento de normas internacionales ratificadas por Uruguay, y afecta las vidas cotidianas de muchas personas.

Por último, es un notorio error estratégico disminuir la inversión en ciencia de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. Resulta difícil imaginar una oportunidad mejor para comprender esto que la que nos ha dado casi un año de emergencia sanitaria.

Hasta el lunes.