Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La situación sanitaria es más de emergencia que nunca. Desde el mes pasado, y aún más en lo que va de marzo, hay un acelerado aumento del número de diagnósticos diarios, del total de casos activos y de la cantidad de personas en cuidados intensivos (que ayer eran 175). Si se mantienen las tendencias habrá, según los especialistas, un alto riesgo de saturación de las camas de CTI dentro de dos semanas, que puede producirse antes en algunas zonas del país.

Esa perspectiva alarmante se sitúa antes de que la gran mayoría de las personas ya vacunadas reciban su segunda dosis, y mucho antes de que, según las previsiones oficiales, la cantidad total de personas inmunizadas nos permita ser, en primavera, relativamente optimistas (siempre y cuando no se propague alguna variante del virus que plantee nuevas alarmas).

La zozobra causada por este panorama se incrementó en los últimos días debido a las grandes dificultades que tuvieron quienes trataban de agendarse para recibir la primera dosis. Hasta el momento las autoridades no han dado una explicación clara de qué sucedió.

Uruguay tiene una población mucho menor que la de otros países que comenzaron antes el proceso de inmunización, y cuenta con un desarrollo de la industria del software y una proporción de (buenas) conexiones a internet mayores que las de muchos de ellos. Entre los pocos aspectos positivos de haber empezado después estaba la posibilidad de preparar con tiempo un procedimiento rápido y eficiente, aprovechando a la vez nuestras fortalezas y la experiencia ajena, pero el resultado fue decepcionante.

El Poder Ejecutivo sabía cuántas personas podían agendarse en cada uno de los grupos que fue habilitando, pero luego no pudo satisfacer la demanda que había convocado. Es claro que hubo errores, pero no se ha informado cuáles fueron ni quiénes los cometieron.

Con los 13.015 casos activos sobre los que se informó ayer, Uruguay superó a Argentina en la proporción sobre el total de habitantes, y tanto la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva como la Federación Médica del Interior (FEMI) expresaron su alarma por el aumento de la ocupación de camas en los CTI. Como se había advertido con mucha anticipación, el problema no es sólo la disponibilidad de camas, sino también (e incluso más) la disponibilidad de personal de la salud para atender a quienes las ocupan, que se complica con cada diagnóstico positivo en ese personal y con las correspondientes cuarentenas.

La FEMI solicitó una reunión urgente al presidente Luis Lacalle Pou, porque la situación en varias zonas del país es más riesgosa que la que surge de los promedios nacionales. A su vez, el Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos afirmó ayer que la actual dinámica de avance de la covid-19 seguirá determinando el “aumento de muertes evitables y del deterioro social y económico” si no se adoptan pronto medidas que disminuyan la movilidad “de la mayor parte de la población al mínimo posible durante un tiempo acotado”. Esto exigiría, obviamente, reforzar el apoyo a las personas que se verían afectadas en magnitudes mayores que las que ha aportado hasta ahora el Poder Ejecutivo. Este tiene ahora la palabra.

Hasta mañana.