Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer continuó la preocupante tendencia al ascenso de los indicadores relacionados con la covid-19. Hoy habrá un encuentro del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, con el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) y mañana se reunirá el Consejo de Ministros, donde ya sabemos que es decisivo lo que diga el presidente Luis Lacalle Pou.

Está claro que la restricción del derecho de reunión para evitar aglomeraciones, propuesta a fines del año pasado por el Poder Ejecutivo y aprobada por la mayoría parlamentaria oficialista, no produjo el efecto que se dijo buscar. Incluso cabe pensar que, junto con otras nuevas normas y con el tipo de arenga que prodigan las autoridades, esa medida contribuyó a agravar la disposición al desborde entre los funcionarios policiales, con resultados que se han denunciado en varias ocasiones.

El caso más reciente, en el que se golpeó a un detenido y se lo obligó a borrar un registro de su celular, fue repudiado por la Unión de Sindicatos Policiales, y hay una doble investigación en proceso, por parte del Ministerio del Interior y la Fiscalía.

Todo indica que las aglomeraciones en espacios públicos no eran el factor clave para contener el avance de la enfermedad. A pesar del amplio margen discrecional que se les otorgó a las fuerzas de seguridad, y de la satisfacción con los operativos expresada por el ministro Jorge Larrañaga, la propagación de la covid-19 volvió a acelerarse cuando terminó enero (con efectos perceptibles un par de semanas después), retomó la tendencia ascendente que había causado alarma a fines del año pasado, y hace días que supera los récords de aquel período.

Lamentablemente, la secuencia esperable es que primero aumenten la cantidad de diagnósticos diarios y el total de positivos, luego la cantidad de personas en cuidados intensivos y luego la de fallecimientos. Unas variaciones conducen a las otras, y en ese proceso estamos.

A la vez, debemos tener presente que la circulación social viene creciendo, debido a la reanudación de diversas actividades. En ese contexto, no hay por qué pensar que las tendencias van a revertirse pronto sin la intervención de factores nuevos y potentes: restricciones dispuestas por las autoridades, aumento importante de la autoprotección individual y comunitaria, o una combinación de ambas cosas.

Las vacunas, con independencia de la velocidad con que se administren y de la eficacia que tengan, no bastarán para cambiar la situación en el corto plazo. El pronóstico más optimista hasta el momento del ministro Salinas es que Uruguay puede lograr recién en primavera una “inmunidad de rebaño” que nos permita “estar más o menos seguros”. Antes tendremos que atravesar en condiciones riesgosas el inminente otoño y el invierno.

El ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, piensa que “hay que apretar las clavijas”. El de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, no descarta la suspensión de las clases presenciales. Las recomendaciones del GACH están sobre la mesa hace más de un mes. Lacalle Pou venía enfilado a una disminución de las restricciones, pero está a tiempo de cambiar de opinión.

Hasta mañana.