Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Tanto los científicos especializados en el seguimiento de la pandemia como el personal que trabaja en los centros de atención señalan, desde hace días, que el sistema sanitario está cada vez más tensionado por la cantidad creciente de casos. Las advertencias son cuestionadas desde el oficialismo por su presunta intencionalidad política, pero cabe recordar una vez más que, como dijo en agosto del año pasado Alicia Bárcena, secretaria general de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, las cifras “son como son”.

Ayer, por ejemplo, la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva informó sobre el ingreso a CTI por covid-19 de 44 personas, una cifra récord que llevó el total de pacientes en esa situación a 331. El Ministerio de Salud Pública recomendó un “monitoreo estricto” de “los criterios de admisión, permanencia y alta” en esos centros, y “extremar esfuerzos para asignar y optimizar los recursos humanos y materiales que permitan asegurar la máxima disponibilidad de camas”.

Ante estos datos, resulta insólito que se discuta si la situación actual ya es de saturación o si “solamente” está muy cerca de ese temido punto. Sobre todo porque basta con observar las gráficas para ver que el aumento de los casos mantiene, desde hace más de un mes y medio, una tendencia sin precedentes, que por lógica comenzó a replicarse luego en la cantidad de casos graves, y luego en la de fallecimientos.

Lamentablemente, no es muy razonable confiar en que esas tendencias vayan a cambiar bruscamente sólo por las medidas anunciadas por el Poder Ejecutivo hace una semana, ni en que la disponibilidad de camas de CTI y de personal bien capacitado para atenderlas pueda seguirles el acelerado paso actual, por más esfuerzos que realicen las autoridades.

Rafael Radi, coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), señaló ayer que Uruguay está en el “estado situacional más grave” de la pandemia y en el peor de los escenarios definidos por la Organización Mundial de la Salud, con los servicios de cuidados intensivos “cerca de situaciones puntuales de saturación”, que pueden producirse en “una semana o más”.

Según explicó Radi, este panorama no se debe en realidad a la presencia en el país de la variante P1 del virus que causa la covid-19, que hasta ahora es responsable de no más de 15% de los casos. Esto no es un motivo de alivio, sino de preocupación adicional, porque está comprobado que la P1 se contagia con mayor rapidez, y puede determinar que en las próximas semanas se acelere aún más la propagación de la enfermedad.

El coordinador del GACH prevé que el “mes crítico” para la evolución de la pandemia en Uruguay será abril, y opinó que el objetivo es llegar al invierno en las mejores condiciones posibles mientras avanzan la vacunación y sus efectos. Pero lo mejor posible va empeorando.

Cuando se le preguntó a Radi si habría sido necesario que las autoridades adoptaran otras medidas el 23 de marzo, de acuerdo con lo recomendado por el GACH el 7 de febrero, respondió que el Ejecutivo no consideró sólo esas recomendaciones, sino también cuestiones económicas y sociales. Eso lo sabemos: el asunto es si acertó o se equivocó.

Hasta mañana.