Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En lo referido a la covid-19, el presidente Luis Lacalle Pou tiene apostadas todas las fichas a una sola de las perspectivas posibles. Espera que la campaña de vacunación tenga como resultado un descenso de la propagación del virus, que redunde luego en sendas disminuciones de las cantidades de personas en cuidados intensivos y fallecidas. Cuándo podría suceder eso es todavía una incógnita.

Lo que sí está muy claro es que Lacalle Pou mantuvo, en el peor período desde el punto de vista sanitario, su decisión de no aplicar las medidas de reducción de la movilidad que había recomendado el Grupo Asesor Científico Honorario, ya el 7 de febrero, para una situación así. La última vez que anunció disposiciones nuevas fue el 23 de marzo, y en esa ocasión se limitó a restablecer las que se habían adoptado a fines del año pasado (que no impidieron un claro agravamiento de la situación apenas un mes después).

El presidente dijo a comienzos de abril que los resultados de las medidas de marzo iban a comenzar a verse en esos días, pero los indicadores se han mantenido en niveles muy preocupantes. Él insiste en que no puede hacer más y en que la responsabilidad es de quienes no se cuidan.

Ayer Rafael Radi señaló que actualmente la transmisión comunitaria es mayor que en febrero, y que no es posible prever si la cantidad de casos nuevos va a tomar un curso descendente en los próximos meses o se va a mantener en los niveles actuales (que no son, por cierto, para quedarse tranquilos).

Además, Radi reiteró su opinión de que lo hecho para reducir contagios en los últimos meses ha sido insuficiente, y apuntó que la movilidad disminuyó primero pero luego volvió a aumentar, ubicándose en “valores altos que realmente dificultan mucho el control de la transmisión interpersonal”.

Por último, el científico reiteró una advertencia que el presidente no ha dado señales de tener en cuenta: el avance de la inmunización puede ser contrarrestado, en una medida imprevisible, por el aumento de las interacciones humanas y la presencia de variantes nuevas del virus.

Mientras tanto, el aumento de casos superó la capacidad de rastreo de contactos previos, que ya dejó de realizarse en forma sistemática. Se ha reducido en forma considerable la celeridad de los diagnósticos, y la capacidad de atención sanitaria, desde el primer nivel hasta los CTI, está claramente sobrecargada, por lo cual ha disminuido su calidad. Esto último lo reafirmaron ayer, en el Parlamento, representantes de la Federación Médica del Interior y el Sindicato Médico del Uruguay, y señalaron que ese factor explica por sí solo parte de los fallecimientos.

El 31 de marzo, el anuncio de que habían muerto 21 personas fue impactante. En este abril que está próximo a su fin y que debió blindarse, ha sido frecuente que la cantidad de muertes diarias fuera el triple o más. Es mucho lo que se juega en la apuesta presidencial.

Hasta mañana.