Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El presidente Luis Lacalle Pou ha insistido en asumir una responsabilidad directa por las decisiones de gobierno y sus resultados. En términos generales es una posición poco realista, porque no hay ser humano capaz de ocuparse personalmente de todos los asuntos, pero en el caso del ahora exministro Pablo Bartol sí corresponde aplicar el criterio presidencial.

No es fácil establecer qué quería hacer Bartol al frente del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). De todos modos, no hay motivos para suponer que le hayan faltado buenas intenciones, aunque fueran muy discutibles los medios que consideraba adecuados.

Para Bartol, la clave era apostar a la superación individual de las personas más vulnerables, estimulada por “mentores”, un enfoque más propio de las iniciativas filantrópicas privadas que de las políticas públicas. Es muy probable que esto se deba tanto a motivos ideológicos como a su experiencia individual, en el marco peculiar y acotado de iniciativas como el centro educativo Los Pinos del Opus Dei.

Era una manera de concebir el trabajo del Mides y su razón de ser muy distinta de la del subsecretario Armando Castaingdebat, cuya experiencia se basa en políticas sociales con criterios muy tradicionales desde la Intendencia de Flores, y que ha impulsado la transferencia de tareas a gobiernos departamentales del interior del país. Ambos podían coincidir en una concepción centrada en “beneficios” más que en derechos, y en que el Mides “desperdiciaba” recursos con una estructura demasiado técnica y compleja, pero había diferencias relevantes.

Castaingdebat prioriza “dar un plato de comida” y conoce los aspectos partidistas de la relación entre las estructuras estatales y la gente pobre, mientras que Bartol, con móviles más abstractos, es alguien tan ajeno al clientelismo político como a las tareas de las que se ocupó el tercer integrante del equipo inicial, Nicolás Martinelli. Entre ellas, gestionar conflictos con los trabajadores del Mides y agitar denuncias contra las anteriores autoridades, del Frente Amplio (FA).

La designación de un equipo dispar, con un bajo común denominador y en el que el ministro no era el jefe, fue una primera gran responsabilidad de Lacalle Pou. La segunda fue no exceptuar al Mides de las políticas de recorte.

El oficialismo se creyó su propio relato sobre los derroches ineficientes y la posibilidad de hacer más con menos recursos. Lo hizo aunque, revisando por todos los rincones del Mides, no halló evidencia de tales derroches, y –lo que es mucho más grave– perseveró en el error cuando la emergencia sanitaria trajo consigo una clarísima necesidad de potenciar las políticas sociales.

Bartol fue responsable de aceptar estas decisiones, pero parece excesivo echarle toda la culpa de que haya 100.000 pobres más y se hayan multiplicado las ollas populares.

Ahora se afirma, desde el oficialismo, que la designación como ministro de Martín Lema se justifica porque tiene “mayor peso político” y “una solvencia muy grande” para defender al gobierno. Pero quizá lo que realmente necesita hoy el Mides es recuperar recursos y solvencia para responder a las necesidades de la sociedad, no a las críticas de la oposición. Esto también es, ante todo, responsabilidad del presidente.

Hasta mañana.