Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer hubo 57 muertes más de personas con covid-19, y los diagnósticos de casos nuevos fueron 3.841. Los riesgos de contagio son muchos, y la evidencia indica que se relacionan con la excesiva movilidad social de una gran cantidad de gente, ya sea porque no tiene más remedio que ir a trabajar o porque actúa, sin necesidad, en forma poco responsable.

Mientras persisten esos riesgos cotidianos, y sin que el Poder Ejecutivo adopte medidas para reducirlos, el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, decidió por algún motivo destacar el peligro que, a su entender, implica el presunto “abuso” de los pedidos de refugio en el país.

En realidad, la cantidad de personas que solicitaron quedarse en Uruguay como refugiadas viene en descenso desde que se declaró la emergencia sanitaria, y esto no sorprende, porque para presentar el pedido primero hay que viajar hasta nuestro país.

En 2018 las solicitudes habían sido más de 550 por mes, y en 2019, más de 1.000 por mes. Según cifras oficiales, de marzo de 2020 al fin de ese año fueron 264 por mes, y de enero a mayo del año en curso, 166 por mes.

Además, es muy pequeño el porcentaje de las personas que son aceptadas como refugiadas después de pedirlo, cuando se establece que huyen de la persecución o de riesgos graves. De todos modos, Heber llegó a plantear su preocupación por el tema en una reunión de ministros del Interior del Mercosur realizada de forma virtual el 28 de mayo, pocos días después de que asumió el cargo.

En esa ocasión, Heber dijo que “Uruguay está haciendo un esfuerzo muy grande” para lograr la “inmunidad de rebaño” mediante la vacunación, y que esto se complementa con la intención de “blindar” las fronteras, pero que, al amparo de tratados internacionales, hay personas que “llegan de todas partes del mundo e ingresan al país”, causando “perforaciones en la inmunidad que estamos buscando”.

Cabe recordar que el “blindaje” mencionado por el ministro implica que sólo esté habilitado el libre ingreso –con los testeos que corresponden– de los uruguayos y de los extranjeros que tienen residencia aquí. Pero a esto se suman “perforaciones” que no se deben a los pedidos de refugio, sino a autorizaciones concedidas, a título de excepción, por el Poder Ejecutivo.

Esas excepciones pueden ser otorgadas a personas que quieren ingresar por “situaciones debidamente justificadas de reunificación familiar”, pero también a quienes solicitan hacerlo “con fines laborales, económicos, empresariales o judiciales”, según estableció el decreto correspondiente, de modo que el Ejecutivo dispone de un margen muy amplio de discrecionalidad.

No sólo dispone de él, sino que además lo usa muy a menudo. En abril de este año autorizó 1.241 ingresos excepcionales, y al mes siguiente, 1.892. Fueron 1.566 y media por mes, y, si bien las comparaciones son odiosas, se recomienda ver las cantidades de pedidos de refugio mensuales que están más arriba.

Da la impresión de que el ministro del Interior haría bien en revisar sus prioridades y preocuparse mucho más, por ejemplo, por los ingresos al país como los que organizaba un grupo dedicado a la trata de personas que fue desbaratado en Rivera.

Hasta mañana.