Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Llegó el momento de la primera Rendición de Cuentas para el actual Poder Ejecutivo, y el proyecto presentado ayer al Parlamento no da para entusiasmarse mucho. Expresa la continuidad de la orientación planteada el año pasado en el Presupuesto quinquenal, e incluso si dejáramos de lado las discusiones sobre esta, la pandemia en curso acota mucho sus posibilidades.

Se mantienen las premisas anunciadas en la campaña electoral del actual oficialismo: no aumentar impuestos, sino apuntar a disminuirlos, y asumir que aun así es posible que el Estado haga lo mismo o más que antes, evitando gastos excesivos e ineficientes. Así, el crecimiento económico se deja en manos del sector privado, y la idea proclamada es que este, en la medida en que “se le quite lastre”, prosperará con efectos beneficiosos para toda la sociedad.

Todo eso era y es difícil de aceptar a tapas cerradas, porque en un año y pico de gestión las nuevas autoridades no han presentado evidencia, por ejemplo, de los despilfarros cuantiosos que habían denunciado en las políticas sociales, y los cambios realizados en esa área se parecieron mucho más a recortes que a mejoras de la calidad del gasto.

A nadie le puede parecer mal que, en un marco general guiado por el criterio de no aumentar las asignaciones presupuestales, el proyecto haga una excepción con algunas de las que benefician a la primera infancia, pero de hecho esto demuestra que no fue viable la prometida mejora sin gastar más.

De todos modos, lo central es que el impacto de la emergencia sanitaria le ha agregado a la actividad económica lastres mucho mayores que los que presuntamente le quitará, en algún momento, la política fiscal. Algunos sectores (notoriamente el de la construcción y parte del agropecuario) tuvieron muy buenos resultados pese a la pandemia, pero esto no ha conducido a que se realicen grandes inversiones, se dinamice el alicaído mercado interno o se creen nuevas fuentes de trabajo.

En cuanto a las inversiones internacionales, está de más decir que la situación mundial no las propicia por el momento, de modo que el mantenimiento del grado inversor (invocado como uno de los grandes objetivos de la disminución de gastos) se parece por ahora a arreglar la casa para visitas que no llegan.

El otro aumento de asignaciones incluido en el proyecto está destinado, como adelantó en Twitter el presidente Luis Lacalle Pou, a políticas para los asentamientos a costa del rubro previsto para la compra de tierras por parte del Instituto Nacional de Colonización. Reforzar esas políticas es una intención loable (más allá del interés político de Cabildo Abierto en que la ministra Irene Moreira logre resultados), y en todo caso habrá que ver de qué modo se emplea el dinero. Lo que resulta deprimente es que el Poder Ejecutivo no quiera sacar recursos de otra parte y considere que ya es hora de frenar la intervención estatal en la distribución de la tierra.

Entre los muchos asuntos pendientes que comenzarán a aclararse en el Parlamento están, por ejemplo, el futuro ajuste salarial para el sector público y las necesidades de la Universidad de la República. Casi nada.

Hasta mañana.