Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Los procesos políticos suelen ser más complicados que lo que parece a primera vista, y algunos tiros salen por la culata. Puede ser el caso del malogrado fideicomiso para obras de la Intendencia de Canelones.
El Ejecutivo canario le solicitó a la Junta Departamental que lo habilitara a tomar un crédito de 80 millones de dólares, a pagar en 20 años y con dos de gracia, para realizar una serie de obras. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 301 de la Constitución, aprobar un préstamo cuyo plazo excede el período de gobierno del intendente (en este caso, el frenteamplista Yamandú Orsi) requiere una mayoría especial de dos tercios, o sea (redondeando) 21 votos en la Junta. El Frente Amplio (FA) cuenta con 20 ediles y necesitaba el apoyo de uno más.
El Partido Nacional (PN) tiene diez ediles, integrantes de tres sectores distintos, y el Partido Colorado, sólo uno: Alberto Costa, de Batllistas. Hasta hace algunos días, uno de los sectores nacionalistas y el edil colorado parecían dispuestos a aprobar el fideicomiso, pero intervinieron las dirigencias nacionales de los partidos y el resultado final fue que no se llegó a la mayoría necesaria.
En la lectura más lineal de lo sucedido, el hecho de que hayan operado altos dirigentes de la coalición de gobierno nacional, con consecuencias negativas para Canelones, se señala como una actitud mezquina para perjudicar a Orsi, una figura destacada en el proceso de renovación de liderazgos dentro del FA y muy probable precandidato a la presidencia de la República para 2024. Pero la cuestión es más compleja.
Los ediles tienen intereses políticos propios que cuidar, y no quieren quedar como únicos responsables de obstaculizar la realización de obras. Costa les traslada la responsabilidad a los blancos, y entre ellos hay quienes se la trasladan al secretario de Presidencia, Álvaro Delgado.
En otros departamentos, los ediles frenteamplistas no se han mostrado muy dispuestos a facilitar con fideicomisos la realización de obras por parte de intendentes nacionalistas, y esto es señalado desde el PN. De todos modos, resulta difícil que el mal de muchos consuele a la población de Canelones o a buena parte de la opinión pública en todo el país. Además, en los otros departamentos la actitud del FA parece haberse debido básicamente a decisiones locales, sin intervención de la dirigencia nacional.
Orsi es una de las figuras frenteamplistas en ascenso menos agresiva con el gobierno nacional y más dispuesta a cooperar con él. A primera vista, se puede considerar injusto que la “coalición multicolor” trate de boicotear su gestión. Sin embargo, el estilo del intendente de Canelones puede ser la principal motivación para golpearlo: con ese discurso, Orsi es un potencial competidor ante sectores de la ciudadanía no alineados de antemano con el oficialismo ni con la oposición.
Por último, el rechazo a la propuesta de fideicomiso no significa que la Intendencia de Canelones quede impedida de hacer obra, ni que la proyección política de Orsi se vea muy comprometida. La posición de víctima puede darle buen rédito político, lo que haga se verá como su mérito exclusivo, y habrá atenuantes para las críticas a lo que no haga.
Hasta mañana.