Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El nacionalismo está en problemas. Este diagnóstico no se refiere al Partido Nacional uruguayo, sino a las ideologías recelosas y hostiles ante lo que se llama “globalización”. Tras un período relativamente breve en que se produjo el brexit y levantaron cabeza figuras como Donald Trump o Jair Bolsonaro, se refuerzan tendencias mundiales aborrecidas por esos políticos y unos cuantos más.

Como señala Juan Pablo Demaría en una nota de opinión que publicamos hoy, Bolsonaro y Trump tienen en común una prédica que identifica a los organismos internacionales con intereses contrarios a la soberanía de sus países. “América [Estados Unidos] primero”, afirmó Trump en su discurso de asunción; “Brasil por encima de todo” (y “Dios por encima de todos”) fue el lema de la campaña electoral de Bolsonaro.

Trump retiró a su país del Acuerdo de París contra el calentamiento global, reivindicando el derecho de “América” (Estados Unidos) a contaminar cuanto fuera conveniente para sus empresas petroleras. Según Bolsonaro, quienes cuestionan la deforestación de la Amazonia quieren avasallar el derecho soberano del gobierno brasileño a permitir la quema de selva que le venga bien al agronegocio.

No es que este tipo de posiciones haya surgido hace pocos años (Estados Unidos es el único país que no ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño firmada en 1989), pero resulta claro que avanzaron recientemente y que ahora retroceden.

En Uruguay las defiende Cabildo Abierto (CA), pero también personas y grupos que se identifican como izquierdistas. Coinciden en el repudio a lo que ven como intentos de establecer un gobierno mundial, y opinan que muchas organizaciones no gubernamentales uruguayas son agentes de ese interés extranjero, pero CA (que tiene a Daniel Salinas en el Ministerio de Salud Pública) no cuestiona, por ejemplo, las posiciones de la Organización Mundial de la Salud ante la covid-19 ni las campañas internacionales de vacunación.

El desarrollo de funciones estatales en escala internacional, que tan poca gracia les hace a los nacionalistas, tiene avances y retrocesos. Como sucede con muchas otras cosas, los procesos relacionados con la economía son básicos. Por eso es tan importante la iniciativa de establecer un nivel mínimo de 15% para el pago de impuestos por parte de las multinacionales, impulsada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Aunque parezca una paradoja, es una idea internacionalista que se adopta para defender poderosos intereses nacionales.

Esto tiene el antecedente cercano de los acuerdos internacionales contra los llamados paraísos o refugios fiscales, y el más lejano de la llamada “tasa Tobin”, una propuesta de impuesto a las transacciones financieras internacionales planteada en 1971. Es muy llamativo que esta última haya sido retomada por lo que se suele llamar el “movimiento antiglobalización”, pese a que obviamente apunta al establecimiento de una regulación mundial de la actividad económica. Son muy complejas las combinaciones del nacionalismo y el internacionalismo con las izquierdas y las derechas.

Hasta mañana.