Buenos días. Les comentamos algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria. Marcelo Pereira se tomó unos merecidos días libres, así que lo estamos supliendo desde la redacción.

Ernesto Talvi, Carlos María Uriarte, Germán Cardoso: antes de que el gobierno cumpla un año y medio, ya son tres los colorados que tuvieron que dejar la titularidad de sus ministerios. Sus salidas deterioran a un partido que está en una situación compleja.

No es sencillo calcular hasta dónde retroceder para explicar los problemas del Partido Colorado (¿el vuelco hacia la derecha autoritaria y/o liberal en la segunda mitad del siglo XX?, ¿el desbarranco del gobierno de Jorge Batlle?), pero lo cierto es que desde 2004, los colorados pasaron a ser el tercer partido más votado, y en las últimas elecciones nacionales estuvieron cerca de ser el cuarto. Esa pobre performance convirtió al Colorado en un integrante de la coalición de gobierno con un peso relativo similar al de Cabildo Abierto, lo que, además de tener consecuencias políticas, implicó una representación en el gabinete menor a la esperada. Es difícil repartir en la escasez, y esa parece ser la causa de los actuales problemas que atraviesa el partido para nombrar a un sustituto de Cardoso sin alterar sus delicados juegos internos.

La reciente remoción del ministro de Turismo, con todo, es la menos difícil de entender de las tres salidas coloradas, en tanto es consecuencia de episodios que podrían desembocar en dictámenes de figuras delictivas. La de Uriarte estaría relacionada con la pérdida de apoyo de las patronales rurales a las que admitió representar, pero para el propio exministro las razones de su relevo no quedaron claras. La de Talvi sigue siendo el gran misterio político de los últimos tiempos y ha dado lugar a interminables especulaciones. Pero si las causas de su autoeyección del Ministerio de Relaciones Exteriores son poco comprensibles, sus consecuencias políticas son claras e impactantes.

La estrategia de Talvi para ganar las internas había conseguido acercar al Partido Colorado al centro del espectro político; su abrupta salida de la política dejó al sector Ciudadanos sumido en el caos y entregó el liderazgo del partido a Julio María Sanguinetti, sin otra figura o fracción que pueda ejercer un contrapeso eficaz a la conducción del expresidente de la República.

Fue una victoria pírrica del viejo líder, que parece haber perdido su capacidad para contener las rencillas internas. Su presencia junto a Cardoso el viernes puede verse como un intento de mostrarse al tanto de una remoción inevitable decidida en el Poder Ejecutivo y desencadenada en lo formal –lo ético es otra cosa– por diferencias entre dirigentes de sectores que responden a él (Batllistas y la Lista 15).

Con su ala centrista desorganizada, además, al Partido Colorado le cuesta encontrar un lugar propio dentro de la coalición gobernante, especialmente en momentos en que el herrerismo retoma su impulso antiestatal. Fueron claros, por ejemplo, los desacuerdos de dirigentes y juristas del partido con la concesión del puerto de Montevideo a la empresa Katoen Natie, pero debieron dejarlos de lado durante la interpelación al ministro Luis Alberto Heber. Con la propuesta de crear un ente regulador de la actividad portuaria, los colorados intentan marcar una moderada distancia del núcleo neoliberal blanco, pero es difícil cuánto de la iniciativa, que llega como un proyecto de ley desde el Poder Ejecutivo, será reconocido por la opinión pública como un aporte del partido. En estos temas, la estrategia puramente declarativa de Cabildo Abierto, aunque menos sustancial, ha tenido mayor repercusión mediática.

Hasta mañana.