Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

No es novedad que cualquier hecho se puede utilizar con fines políticos, pero es probable que se haya batido algún récord con el intento de señalar a la Intendencia de Montevideo (IM) como responsable de las inundaciones causadas ayer, en varios barrios, por lluvias de una intensidad insólita.

Ya que estaban, algunos difusores de ese relato dieron un paso más y atribuyeron las inundaciones a un déficit de saneamiento, obviamente tratando de relacionarlas con el debate sobre el préstamo a la IM del Banco Interamericano de Desarrollo, que la oposición no ha aceptado votar. Quizá no repararon en que uno de los barrios seriamente afectados fue Malvín, quizá desconocen la diferencia conceptual entre saneamiento y drenaje de aguas pluviales, o quizá los hechos les importan bastante menos que buscar una ventajita política.

Es posible que la idea desafortunada de culpar a la IM haya surgido para reproducir los debates sobre un problema crónico en Buenos Aires, debido entre otros factores a que la ciudad fue fundada en un territorio bajo con escasa pendiente. Allí las mareas del Río de la Plata y las lluvias intensas causan con frecuencia grandes problemas, agravados por el ascenso de los acuíferos subterráneos y por diversos errores humanos de larga data. Las obras requeridas para evitar esto son enormes y hasta ahora sólo se han encarado en forma parcial.

Todos sabemos que la situación en Montevideo es muy distinta y que lo que sucedió ayer fue excepcional. En algunos barrios llovió, durante un período relativamente breve, más de una vez y media el promedio histórico mensual. En el caso de Malvín, ese promedio es unos 100 milímetros, y ayer fueron 150 en una hora.

Más allá de que el cambio climático va planteando, como en muchísimos otros lugares del mundo, nuevos riesgos y desafíos, es obvio que los sistemas de drenaje –que no se pueden ir cambiando por si acaso cada pocos años– se adecuan a lo que es habitual, con un margen de seguridad que ayer se vio superado. Algo muy parecido pasó en Piriápolis hace apenas un par de semanas.

Sostener que la IM debió haber tenido a la ciudad preparada para esta circunstancia inédita es como acusar a UTE de imprevisión porque sus subestaciones, postes y cables no estaban en condiciones de resistir una situación como la de ayer, o como decir que el servicio de Bomberos debería ser capaz de resolver sin dificultades 200 llamadas en cinco horas. Es como culpar a los arquitectos por no haber imaginado que algún día podía pasar esto, o incluso a los habitantes de las viviendas inundadas, por no haber tenido la clarividencia de acondicionarlas para lo inesperado.

En Italia dicen “Piove, governo ladro!” (“Llueve, ¡gobierno ladrón!”), pero por lo general no lo dicen en serio.

Si las autoridades actuales de la IM hubieran reducido, desde que asumieron, el personal o los recursos materiales que ayer hicieron falta, habría lugar para un debate con reproches. En este caso no está planteado nada por el estilo, y la politiquería poco ayuda a que la población tome conciencia de que el cambio climático existe y debe ser encarado, con una amplia gama de respuestas que no se centran en las alcantarillas.

Hasta mañana.