Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Representantes de Argentina, Brasil y Paraguay ante el Grupo Mercado Común del Mercosur anunciaron que tomarán las “medidas que juzguen necesarias para defender sus intereses”, ante el anuncio de que Uruguay quiere sumarse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), pero esto no impidió que anoche se presentara una solicitud formal de ingreso. Repasemos cómo y por qué se llegó hasta aquí.

Durante la campaña para las elecciones de 2019, el hoy presidente Luis Lacalle Pou prometió cambios importantes en la inserción comercial internacional de Uruguay. Tras su asunción, los ha seguido prometiendo durante 33 meses.

Lacalle Pou y el canciller Francisco Bustillo sostienen que si bien el acuerdo fundacional del Mercosur dice, desde 1991, que los miembros adoptarán “una política comercial común con relación a terceros estados o agrupaciones de estados”, una resolución referida a esto, adoptada en 2000, no ha tenido las ratificaciones nacionales necesarias para entrar en vigencia. Igualmente han procurado, sin el menor éxito, que el bloque acepte formalmente una “flexibilización” en este terreno.

Si Uruguay adopta una política de hechos consumados, en la línea retórica manejada por el presidente y el canciller, los demás socios tienen muchas formas de hacernos pagar el precio “que juzguen necesario”, sin llegar al extremo de expulsarnos.

De todos modos, la retórica de Lacalle Pou y Bustillo ha sido sólo eso. Sobre el tratado de libre comercio con China se han producido muchos más anuncios que avances. Explicaciones recientes del canciller, acerca de que el proceso tarda porque el gigante asiático tuvo que reorganizar sus equipos técnicos para negociar con Uruguay, fueron dignas de un espectáculo de stand-up.

Bustillo aseguró el año pasado que el gobierno presidido por Jair Bolsonaro le daba “total apoyo” a la propuesta uruguaya de “flexibilización” del Mercosur, a cambio del respaldo de Uruguay a la iniciativa brasileña para rebajar el arancel externo común (AEC) del bloque. Pero Brasil llegó a un acuerdo bilateral con Argentina acerca del AEC y nunca apoyó formalmente el planteamiento uruguayo, que descansa desde hace tiempo en algún cajón.

Ahora que Bolsonaro está por irse y la cancillería brasileña recupera, en sintonía con Lula da Silva, terreno que en los últimos años había sido invadido por el ultraliberal ministro de Economía, Paulo Guedes, muchas menos esperanzas había de que se dejara correr el anuncio acerca del CPTPP.

La incorporación de Uruguay a ese tratado no sólo tendría consecuencias complicadas para nuestros socios en el Mercosur, sino también para importantes sectores locales, a los que no hay indicios de que se haya consultado. Se afirma que hay estudios técnicos, pero la cancillería los declaró reservados.

Poco importa, ya que el CPTPP no ha admitido ingresos desde su creación en 2016 y mantiene pendientes, entre otras, solicitudes de nada menos que China y Reino Unido. Lacalle Pou insiste en que “el mundo no va a esperarnos”; puede ser, pero tampoco va a apurarse para que él pueda cumplir, o anunciar que cumple, una promesa preelectoral.

Hasta mañana.