Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En el año que termina, el producto interno bruto (PIB) de Uruguay creció más de lo previsto y se ubicó 4% por encima del registrado en 2019, antes de la asunción del actual gobierno nacional y de la crisis asociada con la emergencia sanitaria. Al mismo tiempo, los promedios del poder de compra de salarios, jubilaciones y pensiones se mantuvieron por debajo de los valores de 2019, y la pobreza por encima de esa referencia.
El aumento del PIB se vinculó fuertemente a las exportaciones, con niveles extraordinarios de cantidades y precios. Se beneficiaron aquellos a quienes el presidente Luis Lacalle Pou llamó en abril de 2020 los “malla oro”, al anunciar su decisión de no aumentarles la carga tributaria para afrontar la crisis que comenzaba. Dijo que a esos sectores, por el contrario, había que “sacarles lastre”, porque eran los que iban a invertir y “dar trabajo” para impulsar la economía.
Sin embargo, el notable aumento de los depósitos bancarios, y en particular de aquellos con más fondos, no sugiere que las prioridades de los grandes exportadores hayan sido las mencionadas por Lacalle Pou.
El sector empresarial invierte y contrata trabajadores si le conviene, considerando un conjunto de variables nacionales e internacionales. Su objetivo no es contrarrestar las consecuencias de las crisis sociales para la población en su conjunto ni para sus sectores más vulnerables, sino mejorar su propia situación, y el “derrame” hacia las demás personas no se produce en forma automática.
El frenteamplista Pablo Ferreri, exsubsecretario de Economía y Finanzas, lo plantea en términos simples y escalofriantes: “Si se cumplen las proyecciones del propio equipo económico, al final del período [de gobierno en curso] la economía uruguaya habrá crecido 9%, esos son unos 4.500 millones de dólares más, y los salarios y pasividades, con suerte, alcanzarían los niveles de 2019. Es decir, hay alguien que se va a quedar con nueve puntos [porcentuales] más del PIB y no son las enormes mayorías nacionales, los trabajadores y los pasivos”.
A esto se le debe agregar que, según la información proporcionada por el Banco Central, la actividad económica se estancó en el tercer trimestre de este año, debido al fin del período de precios internacionales inusualmente altos que benefició a los grandes exportadores. Lo que estos no hicieron durante la bonanza menos aún lo harán cuando haya terminado, y hoy su demanda central es el aumento de la cotización del dólar, que tendría consecuencias negativas para grandes sectores de la población.
Con este panorama, no sorprende la preocupación en el PIT-CNT por el resultado de la ronda de Consejos de Salarios que comenzará a mediados del año que viene, de la que dependerá en gran medida que se cumplan las promesas del Poder Ejecutivo sobre un regreso, en promedio, a los niveles de 2019 cuando termine este período de gobierno. Que no digan después, si la conflictividad aumenta, que es para ponerle “palo en la rueda” a las autoridades (o a las veloces bicicletas de los “malla oro”).
Hasta mañana.