Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El movimiento Un Solo Uruguay (USU) surgió en 2018 con un doble significado. Por un lado, expresó descontentos y reclamos presentes en sectores sociales que iban bastante más allá de los grandes productores agropecuarios. Por otro, fue funcional para los partidos opositores de entonces, con planteamientos similares en lo ideológico y en el cuestionamiento a las políticas de los gobiernos del Frente Amplio (FA). El problema de muchos fue no reconocer que ambas características eran reales.

Era un error ver a USU sólo como una fuerza social autoconvocada, entre otras cosas porque su relato sobre los problemas centrales del país y varias de sus demandas eran y son, en gran medida, producto de una prédica de décadas desde los partidos Nacional y Colorado. Era otro error ver al movimiento sólo como una maniobra impulsada por nacionalistas y colorados contra el FA, negarle representatividad social y concluir que era una pérdida de tiempo discutir con sus portavoces.

Es interesante considerar que buena parte de lo planteado en el párrafo anterior se puede aplicar a las complejas relaciones entre el movimiento sindical y el FA. USU apareció como un incipiente “PIT-CNT del interior” afín a la derecha, y la forma en que lo trató el gobierno frenteamplista tuvo semejanzas con la forma en que el actual gobierno trata a la central sindical.

La cuestión es que, del mismo modo en que la compleja realidad interna del PIT-CNT no es lo mismo que el también complejo FA, ni una herramienta manejada por este, USU no es lo mismo que la actual coalición de gobierno ni una mera herramienta de esta.

Desde el actual oficialismo hubo varios movimientos para ganar terreno dentro de USU, y competencias con tal objetivo entre nacionalistas, colorados y cabildantes, pero el hecho es que el movimiento tiene ciertos grados de diversidad interna y de autonomía respecto de los partidos. Esto implica, entre otras cosas, que parte de la máquina se volvió contra parte de sus inventores.

Los planteamientos que prosperan dentro de USU son, en varios aspectos, de una simpleza que alarma. La narrativa es que los políticos incurren en gastos excesivos e irresponsables para ganar votos; financian esos gastos con impuestos, endeudamiento externo y generación de déficit fiscal, y acumulan así una creciente carga sobre el “país productivo”, que está fuera de Montevideo pero desde allí es parasitado.

No es un discurso muy distinto del que han reiterado durante décadas los grandes productores agropecuarios, pero en USU da la impresión de que demasiada gente se cree su propio cuento. Ni el actual gobierno nacional ni ningún otro (salvo que se tratara de uno formado por políticos totalmente incapaces de hacer política) pueden pensar que con el programa de los “autoconvocados” basta para articular y sostener una gestión. Por lo tanto, las expectativas en USU de que el actual oficialismo le haría caso fueron defraudadas.

La presunta solución que gana terreno dentro del movimiento es convertirse en partido y tratar de hacerse cargo directamente del gobierno. Si esto ocurre, significará entre otras cosas que no resistió tanto tironeo en pocos años y se rompió.

Hasta mañana.