Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Durante 15 años que se les hicieron muy largos, el problema central de los partidos que hoy gobiernan fue derrotar al Frente Amplio (FA). Ahora, después de lograrlo en 2019, se enfrentan al desafío de volver a ganar.

Para ello es muy conveniente realizar una buena gestión, pero en la historia política uruguaya abundan los ejemplos de fuerzas políticas que no cumplieron con ese requisito pero siguieron en el gobierno. Para ello les bastó con convencer a una cantidad suficiente de votantes de que la mejor alternativa era una figura surgida de sus propias filas, a modo de cambio en la continuidad o continuidad en el cambio.

Esta segunda vía es problemática hoy para los partidos Nacional (PN) y Colorado (PC), en los que no se perfilan todavía figuras potentes de recambio. En el sector mayoritario del nacionalismo no ha despegado un relevo para Luis Lacalle Pou, y el otro liderazgo fuerte en las últimas décadas fue el de Jorge Larrañaga, quien falleció en forma inesperada el año pasado. Entre los colorados, es impensable que Julio María Sanguinetti vuelva a postularse, la irrupción de Ernesto Talvi resultó fugaz, y parece muy discutible que un eventual regreso a la política de Pedro Bordaberry sea solución.

Ante este panorama, hay intentos de fortalecer un espacio en el PN que en la visión del senador Jorge Gandini es “wilsonista”, y al que Luis Calabria, jerarca del Ministerio del Interior, considera también “larrañaguista” y postula como respuesta a “los desafíos del poslacallismo”. Calabria dice que, además de “estimular al malla oro”, es preciso “cuidar al pelotón y rescatar al rezagado”, y que junto con la libertad hay que defender la igualdad de oportunidades.

A su vez, el ministro de Ambiente, Adrián Peña, afronta lo que podríamos llamar “los desafíos del postalvismo” en Ciudadanos, y no la tiene fácil. Si el fundador del sector siguiera a su frente, quizá habría apoyado el proyecto de préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo a la Intendencia de Montevideo, pero habría sido muy difícil que avalara las propuestas de Ciudadanos ante el aceleramiento de la inflación.

Desde el sanguinettismo se percibe “un intento de posicionamiento personal” de Peña con miras a 2024, y se afirma que esto “no ayuda a la estrategia” del PC. Quizá sería más preciso decir que no ayuda a la estrategia de Sanguinetti, pero en todo caso el expresidente ya no está en carrera.

Las fuerzas políticas en las que no hay un abanico amplio de ofertas sectoriales comparten un problema electoral aunque tengan orientaciones generales muy distintas (como sucede con el Partido Independiente y Cabildo Abierto). Y además sucede que la ausencia de debates públicos entre fracciones y dirigentes, que podría ser considerada una ventaja, las vuelve menos “interesantes” para muchos medios de comunicación y disminuye su espacio en ellos.

Las discrepancias internas y las disputas por el liderazgo le han causado muchos dolores de cabeza al FA, pero al mismo tiempo lo han hecho acumular una gran experiencia para manejar la “unidad en la diversidad”, desde la oposición y el gobierno. Pero no es probable que quiera explicarles a sus rivales cómo se hace.

Hasta mañana.